Se calcula que cada año, 15 millones de bebés nacen el el mundo por parto prematuro, principal causa de mortalidad en niños menores de cinco años. Y de estos casos, alrededor del 40% son espontáneos, es decir, no son indicados por razones médicas.

En México, el número de partos prematuros es realmente bajo. El instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), por ejemplo, se ha estimado que su tasa de incidencia es de 7.7% (a nivel global esta entre 5% y 18%).

“Sin embargo, el parto prematuro sigue siendo causa de problemas de salud muy importantes. No sólo ocasiona la muerte de aproximadamente un millón de niños menores de cinco años en el mundo (por complicaciones, como la falta de desarrollo de los pulmones), sino también es un factor que predispone a que el infante padezca enfermedades cardiovasculares, así como problemas de visión, auditivos y cognitivos”, señaló Iván Miguel Rosado-Méndez, investigador del Instituto de Física de la UNAM.

La etiología del parto prematuro espontáneo es sumamente compleja, ya que resulta de la interacción de muchos factores: sociales, demográficos, genéticos, etc. Por lo tanto, en la mayoría de los casos no es posible establecer su causa directa. Algunos factores de riesgo son un historial familiar de parto prematuro, bajo nivel socioeconómico, estrés, depresión, uso de tabaco e infecciones.

Espectropía por retrodisperción ultrasónica.

Con el objetivo de desarrollar métodos que posibiliten la detección temprana de condiciones que puedan desembocar en parto prematuro espontáneo, Rosado-Méndez participa en un proyecto binacional en Estados Unidos y México para caracterizar mecánicamente el cérvix (cuello del útero) durante el embarazo.

“Durante la mayor parte del embarazo, el cérvix actúa como una cerradura que ayuda a mantener al feto en desarrollo dentro del útero y lo protege de agentes infecciosos externos. Y conforme se acerca el momento del parto, pasa de ser una estructura mecánicamente rígida a otra que se va ablandando y dilatando para permitir el paso del bebé”, explicó el investigador.

Ya sea en un parto a término (entre 37.1 y 42 semanas) o en un parto prematuro espontáneo (entre 20.1 y 36.6 semanas), estos cambios deben ocurrir para que el cérvix permita el paso del bebé; ahora bien en un parto prematuro se dan más rápido.

Para detectar estos cambios y que tan rápido ocurren durante el embarazo, Rosado-Méndez, y sus colaboradores recurren a equipos de ultrasonido que se usan de manera rutinaria en la evaluación del progreso del embarazo.

La diferencia es que las técnicas que utilizamos, nos permiten aprovechar las señales de ultrasonido producidas por dichos equipos para obtener información de la estructura del tejido a niveles microscópicos, así como de sus propiedades mecánicas” informó Rosado-Méndez.

Así con la espectroscopia por retrodisperción ultrasónica se procesan señales que sirven para crear una imagen de ultrasonido convencional, de la cual se extrae información de la microestructura del cérvix, formada básicamente por colágeno.

“Durante la mayor parte del embarazo, esa microestructura del colágeno esta alineada en forma de bandas, lo cual hace que la señal del ultrasonido que se obtiene en los inicios del embarazo dependa del ángulo en que incide el haz respecto del canal cervical. Y conforme se acerca el momento del parto, los enlaces entre esas fibras se rompen poco a poco, destruyendo su ordenamiento. Esto reduce la dependencia angular de la respuesta del ultrasonido. La diferencia entre dichas señales posibilitaría la detección de cambios en la microestructura del cérvix. Resultados de esta investigación han sido publicadas en la revista Ultrasound in Medicine and Biology”, indicó el investigador universitario.

Con esta información se busca predecir, de manera objetiva, si la tasa de cambios es más rápida que la que regularmente se da en un parto a término.