En la semana pasada ocurrieron dos acontecimientos de fundamental trascendencia para la historia de los Estados Unidos (EEUU) y del mundo.
Primero, el escándalo de Cambridge Analytica, en el que la empresa Facebook se vio directamente implicada, y el movimiento social cibernético #DeleteFacebook, que proclamaba la indignación de los usuarios y la demanda de la protección de los datos personales.
En segundo lugar, las masivas marchas en diferentes partes de EEUU y del mundo convocadas a raíz de la matanza en la escuela de Parkland, y promovidas por los alumnos de la misma, cuyo objetivo fue la apertura del debate del control de armas y el poder de la National Riffle Association (NRA).
Aunque aislados, ambos movimientos presentan un patrón común: el hartazgo ciudadano hacia instituciones, tanto cibernéticas como tradicionales, en los EEUU, que ha vuelto abrir el debate sobre los límites y el control.
El escándalo de Cambridge Analytica, en el que se especula que también afectó la privacidad de ciudadanos en otras partes del mundo para influir, por ejemplo, en el Brexit, ha abierto la caja de pandora de la protección de datos de usuarios en las grandes plataformas de internet y, especialmente, en las redes sociales.
Por el momento, el CEO de Facebook, Mark Zuckenberg, está llamado a declarar ante autoridades estadounidenses y británicas, que demandan una explicación, y su empresa sufrió su peor caída en la bolsa de valores desde hace cinco años.
Como contrapropuesta de los 50 millones de afectados, surgió el movimiento #DeleteFacebook que se convirtió en trending topic en Twitter y animó a un buen número de usuarios y empresas a borrar sus cuentas de la popular red social. Sin embargo, los expertos aseguran que borrar Facebook es sólo un pequeño paso hacia la anonimidad en internet y la privacidad de datos. Otro gigante de la información de usuarios es Google, el cual maneja, desde búsquedas banales en internet, hasta correos electrónicos y enlaces a pagos online, entre otras cosas. El acceso a estos datos por parte de terceros podría tener consecuencias serias.
En pocas palabras, para asegurar la protección de datos sería necesario renunciar a todas las redes sociales y plataformas de búsqueda, lo que tendría consecuencias prácticas como la limitación en el trabajo, y psicológicas, derivadas del efecto de “desaparecer” de un mundo virtual que pareciera cada vez más real, necesario, y que ha dejado de ser únicamente lúdico.
Simultáneo a esto, el movimiento #MarchForOurLives (Marcha por nuestras vidas) sensibilizó a buena parte del globo. Con testimonios por parte de los sobrevivientes de la matanza en la que murieron 17 personas, la marcha agregó un toque muy especial al debate: el involucramiento de los más jóvenes. Un estimado de 500 mil personas, entre las que se encontraban celebridades, políticos y sobrevivientes de otras matanzas, asistió a las calles de diferentes ciudades para demandar el final de la violencia con armas en escuelas y espacios públicos. Todo esto mientras Trump permanecía, raramente, callado en su Twitter.
Ambos acontecimientos sin duda marcan una nueva etapa en los Estados Unidos, un país que históricamente se jacta de las libertades de sus habitantes. Los políticos estadounidenses deberían de analizar el discurso de la “libertad” y recordar que el fin del Estado, especialmente desde la Teoría Liberal, es proteger a sus ciudadanos, en este caso de la violación de sus datos personales y de las matanzas sin razón. Los focos rojos están ahí, pero desafortunadamente el presidente está muy ocupado con temas “más importantes” como una guerra comercial y un muro fronterizo.
Es a través de movimientos como éstos que la apertura a la resignificación de las instituciones puede dar un gran paso, ahora sólo falta la voluntad política de enfrentar, por un lado, a los gigantes de Silicon Valley, y por el otro, a la poderosa NRA.
- Alfonso Figueroa es estudiante de Relaciones Internacionales en la BUAP. Realizó estudios de Ciencia Política en la Ludwig-Maximilians Universität Múnich y sus áreas de interés son la política internacional y la relación México-Alemania.