De acuerdo con el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, especialistas de su país que investigaron en Duma un supuesto ataque químico del régimen sirio contra los rebeldes, no hallaron «ningún rastro» de sustancia química.

El pasado sábado un grupo de socorristas en zona rebelde, conocidos como los Cascos Blancos, y la ONG médica Syrian American Medical Society (SAMS) reportaron que este supuesto ataque químico había dejado 48 personas muertas; información que no pudo ser verificada por fuentes independientes.

Estados Unidos y Francia blandieron la amenaza de bombardear Siria tras estas acusaciones. Donald Trump advirtió al régimen que podrían «pagar un alto precio» por el presunto ataque, y calificó a Bashar al Asad como «animal«.

A mediados de marzo, Moscú acusó a los rebeldes sirios de preparar «provocaciones» con armas químicas en Guta Oriental para que sirvieran de pretexto a ataques de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, incluso en Damasco.

El lunes se registró un bombardeo contra una base militar del régimen en el centro de Siria. Damasco y Moscú acusaron a Israel.

«Es un desarrollo muy peligroso de la situación. Espero que al menos los militares estadounidenses y los de los países que participan en la coalición liderada por Estados Unidos lo entiendan«, agregó Lavrov.

El ataque contra el aeropuerto de la T-4, también conocida como Tiyas, en la céntrica provincia de Homs, dejó al menos 14 muertos entre los combatientes prorrégimen, entre ellos tres oficiales sirios e iraníes, según una ONG.