Corea del Norte amenazó el miércoles con cancelar la cumbre entre su líder, Kim Jong Un, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, prevista para el próximo mes alegando que no está interesada una operación “unilateral” destinada a presionar a Pyongyang para que abandone su arsenal nuclear.

La advertencia lanzada por el primer viceministro norcoreano de Exteriores se produjo horas después de que el país canceló de forma abrupta una reunión de alto nivel con Corea del Sur, en protesta por las maniobras militares conjuntas entre los ejércitos surcoreano y estadounidense. Desde hace años, Pyongyang califica estos ejercicios de ensayos para una invasión.

La vocera de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, dijo el miércoles que la administración Trump “todavía está esperanzada” de que se pueda llevar a cabo el encuentro. Agregó que el presidente estadounidense está “listo para unas negociaciones difíciles” y que, de no haber reunión, Estados Unidos seguirá “con la campaña de máxima presión” sobre Corea del Norte.

Por su parte, Beijing instó a su aliado Pyongyang a seguir adelante con sus planes para la cumbre. El vocero del Ministerio de Exteriores de China, Lu Kang, dijo que los dos países deberían asegurar que el encuentro se celebre según lo previsto y arroje “resultados sustanciales”.

“Solo de esta forma podremos consolidar el alivio de la situación y mantener la paz y la estabilidad en la región”, manifestó Lu durante una conferencia de prensa.

La sorpresiva decisión parece enfriar el inusual ambiente de acercamiento de la hermética nación, que el año pasado realizó una provocadora serie de ensayos de armas que muchos temían que dejasen a la región al borde de una guerra nuclear. Los analistas dicen que es poco probable que Corea del Norte quiera acabar con todos los esfuerzos diplomáticos, sino que lo más probable es que quiera ganar peso antes de las conversaciones entre Kim y Trump previstas para el 12 de junio de Singapur.

“Ya no estamos interesados en una negociación que tenga que ver con arrinconarnos y con hacer una demanda unilateral para que entreguemos nuestras armas nucleares, lo que nos obligaría a reconsiderar si aceptamos la cumbre entre Corea del Norte y Estados Unidos”, dijo el primer viceministro de Exteriores, Kim Kye Gwan, en un comunicado publicado por los medios estatales.

El funcionario norcoreano criticó los recientes comentarios del principal asesor de seguridad de Trump, John Bolton, y de otros cargos estadounidenses que apuntaron que el Norte debería seguir el “modelo libio” de desarme nuclear y proporcionar un “desmantelamiento completo, verificable e irreversible”. También discrepó con la idea estadounidense de que su país debe entregar sus armas biológicas y químicas.

Algunos analistas dijeron que mencionar a Libia, que desmanteló su rudimentario programa nuclear en la década de los 2000 a cambio del levantamiento de las sanciones en su contra, pone en peligro las negociaciones con Pyongyang. Kim Jong Un heredó el mando del país semanas después de la muerte del ex líder libio Moamar Gadafi a manos de las fuerzas rebeldes durante un levantamiento popular en octubre de 2011. El país apeló en varias ocasiones a la muerte de Gadafi para justificar su programa nuclear frente a lo que percibe como amenazas de Estados Unidos.

La advertencia realizada el miércoles se ajusta a un patrón norcoreano de aumentar la tensión para reforzar su posición antes de sentarse a negociar con Washington y Seúl. Pero el país tiene también un largo historial de abandonar los acuerdos con sus rivales en el último minuto.

En 2013, canceló de forma abrupta las reuniones entre familias separadas por la Guerra de Corea días antes de protestar contra lo que calificó de aumento de las hostilidades antes de unas maniobras militares conjuntas entre Seúl y Washington. En 2012, lanzó un cohete de largo alcance semanas después de acceder a suspender sus ensayos armamentísticos a cambio de ayuda alimenticia.

Altos cargos de las dos Coreas iban a reunirse el miércoles en una localidad fronteriza para discutir la puesta en marcha de los acuerdos alcanzados por sus líderes el mes pasado para aliviar las tensiones en la militarizada frontera y mejorar su relación. Pero horas antes del inicio de la reunión, Pyongyang informó a Seúl de que “suspendía indefinidamente” el diálogo, según el Ministerio de Unificación del Sur.

En un reporte publicado de madrugada, la Agencia Central de Noticias de Corea, KCNA, dijo que las maniobras militares Max Thunder -que comenzaron el lunes con unas 100 aeronaves y durarán dos semanas- son una “provocación militar intencionada” y un “aparente desafío” a la cumbre celebrada el mes pasado entre Kim y el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in.