Quim Torra, un político fervorosamente secesionista, asumió el jueves la presidencia de Cataluña. Sus demandas independentistas prolongarán el enfrentamiento entre la región del noreste de España y el gobierno central de Madrid.
Torra tomó posesión del cargo en una ceremonia celebrada en la capital catalana, Barcelona, tres días después de su elección en el Parlamento gracias a los votos de los legisladores secesionistas.
En un síntoma de la latente tensión entre las dos partes, el gobierno de Madrid, que suele estar representado en la toma de posesión de los mandatarios regionales, no acudió a la de Torra. El ejecutivo de Mariano Rajoy señaló que las autoridades catalanas habían intentado dictar qué miembros del gabinete podían acudir al acto, una condición que Madrid rechazó.
La disputa sobre el futuro de Cataluña sumió a España en su peor crisis política en décadas. Los tres partidos políticos más votados a nivel nacional mantienen una posición unificada contra la secesión.
La ceremonia del jueves abundó en mensajes simbólicos dirigidos aparentemente a las autoridades en Madrid.
Torra solo tenía la bandera catalana roja y amarilla a sus espaldas. La bandera de España estuvo ausente.
Juró fidelidad solamente al pueblo catalán, sin hacer mención de la constitución española ni la lealtad al rey. El gobierno español dice que no puede otorgarle la independencia a Cataluña, entre otras razones, porque la constitución dice que España es “indivisible”. El rey Felipe VI se ha pronunciado públicamente a favor de la posición del gobierno.
Torra llevó una cinta amarilla en el ojal, símbolo del apoyo a los dirigentes separatistas presos en cárceles españolas desde el referendo independentista proscrito del año pasado y la declaración ilegal de independencia.