Una invasión de madridistas vive este sábado el Olímpico de Kiev, la casa del Dinamo y escenario de la final de la Champions League entre Liverpool y Real Madrid.

Si bien el jueves la mayoría de los hinchas eran del conjunto inglés, a horas del encuentro Kiev se tiñó de blanco y las calles de la capital de Ucrania se abarrotaron de aficionados deseosos de ver uno de los espectáculos deportivos más grandes del mundo.

Los merengues ya lograron el año pasado lo que nadie: alzarse con la orejona dos veces consecutivas; mientras que los británicos deberán hacer frente al gigante para lograr el segundo título de esta competición desde su remodelación en 1992.