Canadá, país anfitrión de esta edición del G7 (8 y 9 de junio) perdió la efectividad de su agenda original de trabajo absolutamente nulificada por el golpe negativo de los aranceles ad valorem norteamericanos.
Previo a la cumbre, la UE trazó su postura conjunta y su respuesta a la guerra comercial con la imposición de aranceles a la importación de artículos y mercancías made in USA por un valor de 7 mil 552 millones de dólares a partir del próximo primero de julio.
El anfitrión del evento, el primer ministro Justin Trudeau además de condenar la medida estadounidense, ordenó elevar el gravamen contra una serie de importaciones provenientes del país vecino por 12 mil 800 millones de dólares con efecto igualmente en julio.
No menos conflictivas están resultando las renegociaciones del NAFTA-TLCAN con sus contrapartes de México y Estados Unidos, hace unos días Trudeau canceló su viaje a Washington luego de que su homólogo estadounidense reiterase que los canadienses deben aceptar igual que los mexicanos “la cláusula de revisión del acuerdo cada cinco años”.
El premier canadiense ha dicho en sendas ocasiones que no aceptará una renegociación condicionada ni desventajosa, y ahora además su aliado comercial le castiga.
Justamente es Canadá el país más afectado por las medidas proteccionistas se trata del principal exportador de acero a Estados Unidos y perderá 3.2 billones de dólares; la UE tendrá una afectación de 2.6 billones de dólares y México, que es su cuarto exportador de acero, perderá 1.0 billón de dólares.
Precisamente el país azteca, su equipo de Economía, en contrapartida preparó aranceles del 15% al 25% a productos fabricados con acero y bienes agrícolas de Estados Unidos, así como quesos, whiskey tipo bourbon y embutidos de cerdo.
El presidente Enrique Peña Nieto firmó las medidas extraordinarias en el decreto emitido el 5 de junio pasado en el Diario Oficial de la Federación por el que modificó la Tarifa de la Ley de los Impuestos Generales de Importación y de Exportación.
Una medida en respuesta a que: “Estados Unidos de América mediante las Proclamaciones 9704 y 9705 del 8 de marzo de 2018 incrementó, a partir del 23 de marzo de 2018, las tasas arancelarias aplicables a la importación a ese país de productos de acero y aluminio procedentes de todo el mundo en 25% y 10% respectivamente, como resultado de la adopción de una medida unilateral, justificándola bajo el argumento de haber identificado importaciones de esos productos en cantidades y circunstancias que menoscaban la seguridad nacional de ese país”.
La Cámara Nacional del Acero (Canacero) encabezada por Guillermo Vogel condenó la guerra comercial iniciada por la Unión Americana porque “perdemos todos”.
“Hay una crisis de sobrecapacidad mundial provocada especialmente por las exportaciones desleales de China, pero el camino para combatir esta problemática debe ser y será mucho más fuerte si lo hacemos como región, usando todos los mecanismos de coordinación legales posibles y no cada uno por separado”.
Empero Trump no lo entiende así y reacciona arañando al libre comercio. El presidente americano está prácticamente enemistado con medio mundo, al G7 arribará con enormes roces con todos los líderes allí presentes hasta la canciller germana Angela Merkel ha conminado a las economías dañadas por “los aranceles Trump a tomar una posición unida y común”.
El aparente hilo de entendimiento con el mandatario galo Emmanuel Macron también se ha deshilvanado, la propia prensa internacional reveló que la última comunicación entre el Elíseo y la Casa Blanca fue tensísima.
No es Estados Unidos es Trump con su lenguaje hostil y su actitud poco conciliadora al exterior. Aunque el magnate inmobiliario sigue vendiendo los buenos resultados de su gobierno, un balance de 500 días de gestión bajo el brazo: una economía que a marzo pasado alcanzó un valor de 7 trillones de dólares; con tres millones de empleos más, unos 304 mil creados en la industria manufacturera; una tasa de desempleo que descendió al 3.8% su nivel más bajo desde 2000 y con una elevada cota de aceptación por parte del ciudadano promedio, según Gallup.
A COLACIÓN
Tic tac tic tac, la próxima semana será la cita histórica con flashes internacionales captando el momento en que se verán las caras en Singapur el 12 de junio el mandatario Trump y su gobernante norcoreano Kim Jong-un.
Dos machos alfa enrocados en personalidades dictatoriales cuidando cada uno su propia hoguera de vanidades: la del empresario inmobiliario acumular más poder y quedar en la aldea global como el gran hechicero capaz de pacificar a golpe de “mi botón nuclear es más grande” hasta el sátrapa más aislado de la globalización. Y para Jong-un lo único importante es conservar la dinastía en el poder. ¡Tal para cual!
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales
@claudialunapale