El alcohol hace más fuerte el corazón porque enseña a sus células una manera de resistir al estrés, asegura un estudio de unos científicos brasileños que recoge este 20 de junio el sitio web de la Fundación de Apoyo a Investigaciones del estado de São Paulo.

Bajo los efectos de consumo de alcohol etílico, el cuerpo produce una enzima que es la misma que necesita para prevenir la muerte de tejidos por isquemia y ataques cardíacos, han descubierto los investigadores universitarios. Para apreciar cómo funciona el proceso a nivel celular, los especialistas simularon las condiciones semejantes al infarto de miocardio en corazones de ratones de laboratorio extraídos previamente de sus cuerpos.

En un sistema artificial de mantenimiento el corazón continúa latiendo durante varias horas, mientras recibe de una solución el oxígeno y las sustancias nutritivas necesarias. Estas fueron las condiciones del experimento.

Los científicos inducían una situación clínica conocida como lesión por isquemia-reperfusión; con este fin interrumpían el acceso de oxígeno y nutritivos a los corazones durante 30 minutos. Cuando lo restablecían, el latido también se recuperaba lentamente y una hora después los estudiosos determinaban el daño.

En ese modelo, cerca del 50% de las células cardíacas morían si no había ninguna intervención externa.

Respuesta al estrés

Según el profesor de la Universidad de São Paulo Julio Cesar Batista Ferreira, participante de la investigación, el estudio demostró que «durante la isquemia las células cambian su metabolismo y entran en una especie de estado inactivo«. Cuando la arteria se desbloquea (proceso que se llama reperfusión), «el tejido es inundado de nutrientes y oxígeno y el metabolismo celular colapsa».

En respuesta al estrés, las células cardíacas producen grandes cantidades de un aldehído tóxico, que destruye las estructuras celulares vitales. Lo que es capaz de parar esta destrucción es la enzima mitocondrial responsable —en personas que consumen alcohol— de desactivar los productos de su descomposición, específicamente el acetaldehído, producido en el hígado.

A partir de esta coincidencia, el equipo de Ferreira dedujo que «el estrés causado por una moderada dosis de etanol deja una huella en la memoria y las células aprenden a mantener el ALDH2 [enzima contra el aldehído] más activo», comentó Ferreira. Bajo los efectos de alcohol las células efectivamente experimentan estrés, confirman los científicos, pero este no las mata, sino que las hace más resistentes.

El colectivo de especialistas explica en detalle en la revista científica Cardiovascular Research cómo funciona la protección cardíaca en condiciones de laboratorio.