El mundo de revés: mientras el huésped de la Casa Blanca abogaba en el cónclave del G7 en Canadá (8 y 9 de junio) por volver a incluir a Rusia en sus reuniones anuales, justo del otro lado del mundo, el líder ruso Vladimir Putin recibía una condecoración fraternal de manos del presidente chino Xi Jinping.
La cita en Qingdao, provincia de Shandong, reunió a los países miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) prácticamente congregó al núcleo focal de Asia y parte de Eurasia: China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán, India y Pakistán como miembros de derecho; y otras naciones observadoras como Irán.
Fundada el 8 de abril de 1996, la OCS ha ido evolucionando desde los principios cardinales de su formación hasta que en septiembre de 2003, Wen Jiabao entonces primer ministro de la República Popular China propuso la creación de una zona de libre comercio que es dentro de ese proceso en el que actualmente se encuentran sus miembros: la formación futura y nada lejana de una zona de libre comercio que sería la más importante del planeta y en la que se encontrarían justo las tres economías llamadas a liderar el mundo después de 2030 como son China, India y Rusia.
Dentro de este grupo orbitan, además, cuatro de las naciones más extensas del planeta como son Rusia, China, India y Kazajistán; asimismo las dos más pobladas del mundo con China y la India.
Allí en Qingdao quedó el relato del contraste y el retrato de unidad –la buena sintonía en la foto de familia- que resultó imposible conciliar a miles de kilómetros de distancia en el seno del G7 como si fuese el choque de lo nuevo ante lo viejo.
¿A qué acuerdos se llegaron en la OCS? Ha reforzar entre sus miembros varias premisas relacionadas con la seguridad regional, hacer frente al terrorismo, separatismo y el extremismo; continuar trabajando en las cien medidas para facilitar lo más pronto posible el libre intercambio de mercancías entre sus miembros; a respaldar a Irán en su Tratado Nuclear; a mantener el cauce de la globalización, del entendimiento diplomático, y del respeto a los pueblos.
Se llamó a fomentar la confianza mutua y la buena vecindad entre los Estados miembros; intensificar la colaboración en el ámbito de la política, la cultura, la economía, la ciencia, la tecnología, las innovaciones, el comercio, el turismo y la ecología.
Nunca se creyó que las bases de la nueva moralidad diplomática, sus valores, salieran de ejemplo de un país comunista con una economía de mercado; en los últimos meses desde Exteriores, en Pekín, han mediado para evitar una confrontación con la India, luego de que el gobierno de Narendra Modi permitió que parte de su ejército ocupase Donglang cerca del Himalaya.
Ha sido la bonhomía del líder chino, su marchamo de paz, lo que permitió restablecer la normalidad corriendo además la invitación a Modi de acudir este año a la cita de la OCS; también logró mediar con buen tino en el acercamiento entre el dictador norcoreano Kim Jong-un y el presidente sudcoreano Moon Jae-in, así como con Trump; hechos que permitieron el encuentro histórico de la pasada cumbre de Singapur.
A COLACIÓN
Hay lo que hay diplomacia pero intereses económicos, negocios por hacer primordialmente para China y la India, economías con un crecimiento anual promedio de entre el 6.2% y el 6.5% y necesitadas de petróleo, gas, agua y también de minerales. Corea del Norte es la quintaesencia de los minerales como el hierro y otros elementos que el Instituto de Investigación de Corea del Sur cifra en “trillones de dólares” ocultos en el subsuelo de la república popular.
A través del entendimiento entre las partes en la Organización de Cooperación de Shanghái es plausible la expansión de los ambiciosos proyectos de gasoductos, oleoductos, presas hidráulicas, conexiones de vías férreas, puertos marítimos y grandes explotaciones bajo la Nueva Ruta de la Seda.
La meta es la de concretar las obras de infraestructura en un lapso de 30 a 35 años, esto es, después del año 2050 el mundo tal y como se conoce hoy en día será vertiginosamente distinto.
Para acelerarlo China anunció 124 mil millones de dólares adicionales para la construcción de diversas obras y la inyección de 14 mil 500 millones de dólares en el Fondo de Inversiones así como reforzar al Banco de Inversión en Infraestructura de Asia (AIIB).
China pretende vertebrarse directamente por tierra y por mar, interconectarse con 65 países construyendo rutas de acceso en vías férreas y portuarias para facilitar el trasvase de las mercancías, desde Indonesia hasta España… desde el Pacífico hasta el Atlántico.
En la actualidad no queda duda: hay dos modelos abiertos y yuxtapuestos, a Estados Unidos finalmente le alcanzaron las premoniciones de sus asesores y el gigante asiático camina velozmente listo para desplazar el poder hacia Asia.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales
@claudialunapale