(EFE).- Una decisión demandada por el videoarbitraje (VAR), propició el penalti que en el tiempo añadido transformó Karim Ansarifard y que evitó la victoria de Portugal en Saransk (1-1), condenado al segundo puesto del grupo y a una eliminatoria de octavos ante Uruguay.
Los monitores acapararon una atención que no reclamó el césped. Ante la escasa efectividad y las pocas ocasiones fueron los televisores los que gestaron las acciones con chicha en un duelo con más intensidad que juego.
Hasta en tres ocasiones, decisivas, el VAR entró en escena. La primera, para indicar un penalti a favor de Portugal, al inicio de la segunda parte, que desperdició Cristiano Ronaldo. Después, para juzgar una posible agresión del capitán portugués sobre Morteza Pouraliganji. El árbitro, el paraguayo Enrique Cáceres, miró y miró la acción. E interpretó. Algo vio. No supo el qué y sacó tarjeta amarilla.
Finalmente, la tecnología dictó sentencia. Con Irán agitado por lo que consideró un agravio protestó una jugada dentro del área, casi al final. Una pelota que dio en la mano de Cedric en la puja por la pelota de Sardar Azmoun. No desperdició el tiro desde los once metros Karim Ansarifard, que dio el empate a su equipo.
Ricardo Quaresma fue el único capaz de entender la situación para Portugal. El atacante del Besiktas tiró de talento, al borde del descanso, para adelantar al equipo de Fernando Santos en un día para olvidar para Cristiano.
Es Irán un equipo áspero para cualquiera. Incómodo para jugar. De esos con oficio y las ideas claras. Basado en la seriedad defensiva cuando el rival es superior. No concede espacios y nunca rehúsa a cortar el ritmo. Al menor contacto no tiene inconveniente el jugador en caer al suelo y alargar su estancia en el piso. No hay ritmo con Irán, maestro en interrumpir cada partido. Y una consigna clara: prohibido las pérdidas de balón que propicien velocidad y desorden.
Después de un inicio animoso Portugal decayó contagiado por el tedio iraní. Un par de disparos lejanos de Cristiano Ronaldo y la inquietud que generó la movilidad de Andre Silva fueron las únicas sensaciones del grupo de Fernando Santos, cuyas ocasiones fueron más producto de la ingenuidad de su contrario que por elaboración propia.
Portugal se empezaba a impacientar. El gol no llegaba y las ocasiones empezaban a escasear. Irán se animó. Unas cuantas aproximaciones, con criterio, pusieron sobre aviso al Campeón de Europa. El conjunto asiático tenía el partido donde quería. El balón para el rival. Un pase y otro. Pero sin riesgo.
La clave al final estuvo en el talento. Cristiano Ronaldo no tenía el día. Bien vigilado, la ansiedad le pudo en más de una ocasión. Con el tiempo casi vencido apareció Ricardo Quaresma, una de las apuestas de Fernando Santos en el once inicial que irrumpió en Saransk.
El delantero del Besiktas supo leer la situación. La solución, un tiro lejano; tomó el balón en su lugar natural, la banda derecha. Y desde el vértice del área lanzó con el exterior para llevar la pelota al lado opuesto de Ali Beirayand, que solo pudo mirar como alcanzó la red y esperar la llegada del descanso.
El gol cambia el panorama. Irán, obligado por el marcador, intentó dar un giro a su juego. Aunque Portugal pudo cerrar el partido.
Fue en un penalti que marró Cristiano Ronaldo y que dejó en entredicho al videoarbitraje mal empleado. El portugués sufrió una falta dentro del área y el árbitro de obligó a levantar. Pasados unos minutos, con el balón en juego, el paraguayo Enrique Cáceres detuvo el juego y señaló los once metros.
Cristiano falló. Ali Beirayand le detuvo el tiro. Pero Irán se agitó. En pleno lío sufrió dos tarjetas amarillas por protestar. Pero con el fallo rival había vuelto al partido.
Con Portugal incapaz de sentenciar Queiroz movió sus fichas. Recurrió a Saman Ghoddos, que pudo igualar con un tiro lejano que se fue fuera mientras Karin Ansarifard, atacante del Olympiacos, saltó al campo para jugar los últimos minutos. No había tregua.
Cristiano, al margen del protagonismo por su juego, volvió a ser reclamado por el VAR por una acción que tuvo con Morteza Pouraliganji que terminó en amarilla.
Portugal terminó encerrado en su área. Con Pepe y Jose Fonte con trabajo extra y el banquillo de Irán excitado. Hasta que llegó otra repetición que supuso el empate para los asiáticos y un final digno en el Mundial.
Santiago Aparicio