Eufóricos, cientos de aficionados mexicanos cargaron en hombros a un ciudadano coreano que estaba viendo el partido de México contra Suecia en el Zócalo capitalino y le agradecieron en medio del llanto, risas y alegría que su selección eliminara al actual campeón Alemania, del Mundial de Rusia 2018, y con ello ayudará a la calificación del Tri.
Con gritos: «A huevo, coreano, ya eres mexicano», y «Corea, Corea, Corea, Viva Corea», los aficionados mexicanos se tomaban selfies, abrazaban, palmeaban en la espalda y hombros al coreano que dijo llamarse Kim, quien sólo sonreía y se dejaba querer por cientos de fanáticos que en reiteradas ocasiones lo levantaron en hombros, lo felicitaron y pasearon por la Plaza de la Constitución.
El coreano Kim, quien no habla nada de español, recibió una bandera mexicana y en lo alto de la multitud, en hombros de los agradecidos fanáticos tricolores, ondeó el lábaro patrio y arrancó el alarido de la multitud.
Miles de aficionados al futbol se reunieron desde temprano en la plancha del Zócalo capitalino para presenciar en las megapantallas instaladas ahí el tercer partido de la Selección Nacional de México de la Copa del Mundo Rusia 2018 contra el equipo de Suecia.
A pesar de ser ombligo de semana, desde las 7 horas había más de 200 aficionados; sin embargo, la Plaza de la Constitución recibió al grueso de los fanáticos conforme se acercaba la contienda deportiva, incluso muchos llegaron cuando ya había iniciado el partido.
Jóvenes, hombres, mujeres, niños, personas con discapacidad en sillas de ruedas, muchos con sus playeras verdes, otros con sombreros, pelucas tricolores, siguieron el encuentro.
No faltaron algunos godínez, que con traje que los delataba que escaparon de sus empleos, no pudieron abstenerse de la tentación y del ambiente, y se quedaron a ver el partido del Tri.
Grupos enteros que se organizaron para acudir al Centro Histórico de la Ciudad de México, torsos desnudos pintados con los colores de la bandera tricolor, hombres-tigre, nahuales con sus cascabeles en los tobillos y grandes penachos en la cabeza, eran los personajes que destacaban como aficionados.
Uno que otro extranjero de diferentes países como Noruega, Ghana, Brasil y de Estados Unidos se mezclaban entre el público aficionado, que en cada jugada celebraba con gritos a garganta abierta, como si el Chicharito Hernández, Héctor Herrera o Andrés Guardado los escucharan.
Un par de suecos, que anónimos veían el partido, manoteaban cuando en varias ocasiones el Tri estuvo a punto de concretar, pero sin mayores festejos, sólo levantaron las puños, en señal de triunfo cuando en los primeros minutos del segundo tiempo su equipo metió gol.
En contraste, con las caras largas, los aficionados mexicanos sólo observaban el segundo gol por un penalti y un silencio sepulcral invadió el Zócalo, en cuyo centro la bandera mexicana ondeaba en lo alto, como si reflejara tristeza en señal de duelo.
El tercer gol fue el fin, algunos abandonaron el lugar dando todo por perdido; sin embargo, el intenso sol que se dejó sentir esta mañana, sólo por algunos instantes tapado por los nubarrones negros que adelantaba una tarde lluviosa en el centro de la ciudad, no impidió que la afición permaneciera los más de 90 minutos que duró el partido.
Trompetas y tambores se hacían sonar en cada jugada del equipo nacional, algunos levantaban las manos extendidas enviando buenas vibras, pero el tan ansiado gol no llegó.
La vendimia de café, pizza, refrescos y otros productos que ofrecían las franquicias permitidas en el Zocafut, dio trabajo como siempre al heroico cuerpo de limpia, mientras que decenas de policías vigilaban el buen curso del evento.
Durante la contienda deportiva un helicóptero sobrevolaba el Zócalo, pero no hubo mayores incidentes, sólo una afición decepcionada y al final alegre con su nuevo cuate coreano.