Cecilia Cabello e Irene Larraz / Verificado 2018
Circulan en redes sociales publicaciones que ponen en entredicho la validez de las encuestas debido a la tasa de rechazo, es decir, por culpa de las personas que no responden la encuesta. Uno de esos posts advierte: “Las altas tasas de rechazo, sumado al número de indecisos hacen (imposible) que las encuestas revelen lo que sucederá… Las encuestas en México tienen una inmensa tasa de rechazo y no respuesta”.
En otros, se dice que si encuestaron a mil personas y la tasa de rechazo es del 50%, entonces sólo se encuestaron a 500 personas. Las dos cosas son falsas.
La tasa de no respuesta o rechazo se refiere a las personas que estaban consideradas en la muestra inicial y que no pudieron ser encuestadas o se negaron a responder. De acuerdo con Roy Campos, director de Consulta Mitofsky y Javier Márquez, socio fundador de Oraculus, estas personas son sustituidas por otras y la metodología para hacerlo depende de la casa encuestadora.
Roy Campos explica que “si una encuesta dice que fue realizada a mil 200 personas y cuenta con una tasa de rechazo del 50%, quiere decir que se buscaron a mil 800 personas, de las cuales sólo mil 200 la contestaron completa”.
Pero la tasa de rechazo sólo podrían tener algún impacto si superara 80%, pues significaría que prácticamente se tuvo que reconstruir la muestra y, aún así, habría que evaluarlo, considera Gerardo Maldonado, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
Para estas elecciones, las encuestadoras reportaron ante el Instituto Nacional Electoral (INE) una tasa de rechazo que oscila entre el 27% y el 60.4%. Los especialistas aseguran que estos números no invalidan los resultados. Maldonado explica que las tasas de no respuesta mayores a 70% u 80% podrían generar sesgos. Sin embargo, esa cifra es casi el doble a la que se registra en promedio durante este proceso, aproximadamente 43.5%.
La condición indispensable para que la tasa de rechazo afecte a la encuesta es si todos los que se niegan a responder tuvieran la misma preferencia electoral, es decir, si todos los simpatizantes de un determinado candidato se negaran a decir abiertamente que votarán por éste. “Aun cuando el rechazo fuera entendido tal cual como la no cooperación, no afecta la validez de sus resultados. Lo haría si el rechazo estuviera correlacionado con alguna de las características que se buscan medir, como la intención de voto”, dice Alejandro Moreno, director de encuestas de El Financiero.
Claudio Flores, coordinador del Comité de Comunicación del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Agencias de Inteligencia de Mercado y Opinión (AMAI), explica que una vez que las tasas de rechazo se vuelven demasiado altas, el resultado de una encuesta se vuelve menos preciso, lo cual sucede en ciertas plazas de México debido a distintos factores como puede ser la inseguridad.
Diferentes interpretaciones
El reglamento del INE establece que junto a los resultados de la encuesta se debe publicar el número de personas que no respondieron –porque no votarán o porque no saben por quién lo harán–, así como las tasas de rechazo.
El problema, explica Javier Márquez, socio fundador del agregador de encuestas Oraculus, es que el reglamento del INE no es claro sobre lo que se entiende como tasas de rechazo, ya que puede referirse al número de personas que no fueron contactadas o a los que se negaron a responder, lo que genera confusión.
“El INE debe establecer cuál es el cálculo específico para determinar la tasa de no respuesta que se debe reportar, la cual es distinta de la tasa de rechazo, para que sean comparables”, señala Márquez.
Cómo completar la muestra
Se utilizan tres métodos para completar las muestras: cuando no se puede contactar a los seleccionados, las personas rechazan contestar o las encuestas quedan incompletas.
Las encuestadoras pueden sustituir dichas entrevistas con otras realizadas a personas con cualidades similares a las seleccionadas. Gerardo Maldonado explica que las encuestas realizadas ‘puerta a puerta’ funcionan para reducir las tasas de rechazo, ya que se pueden aplicar algunos métodos de sustitución. Por ejemplo, al llegar a una casa donde no se logra contactar con alguien, se puede acudir a la casa de al lado y mantener algunas de las condiciones consideradas para la muestra, así como la aleatoriedad en la selección.
De acuerdo con Márquez, también se puede ampliar el tamaño de la muestra desde su diseño. Es decir, si se sabe que la tasa de no respuesta es del 30%, y se desea tener mil encuestas, se planean desde el inicio mil 300 encuestas, pues se calcula que 300 no serán respondidas.
Otras encuestas se llenan por cuotas, lo que significa que los encuestadores saben que deben entrevistar a cierto número de personas con cierta edad, sexo y de cierta región. Si alguien no les contesta, buscan a otra persona con las mismas características para cumplir con el número de encuestas deseadas.
Si quieres saber si una encuesta es confiable o no, esta nota de Verificado 2018 te ofrece entrevistas con encuestadores que lo explican.