Como lo dijo en su artículo titulado “La convivencia familiar” la especialista Ileinne Esquivel, “La familia es la escuela del amor, donde primero aprendemos a amar de pequeños; y de este aprendizaje primario del amor muchas veces depende si más adelante en nuestra vida, nuestro amor es completo, íntegro, y enriquecedor. Si no hay amor en la familia, ¿En dónde lo habrá?,  creo que para todos es claro, o debería serlo, que el amor es un valor fundamental para la familia.”

Esquivel asegura que “Una familia saludable sería aquella que logra cimentar un entorno físico y de relaciones del grupo familiar que favorezcan el desarrollo humano de sus miembros individualmente, y que les permita alcanzar su óptimo potencial, de acuerdo a sus expectativas y necesidades, tomando en cuenta su ser integral (físico, psíquico, emocional y espiritual), en un ambiente acogedor, contenedor, protector y que promueva la libertad”.

Tener una buena relación con los hermanos y padres, fortalece los vínculos afectivos y mejora la autoestima de cada uno de los miembros de la familia. (Salud180.com)

La familia es el principal círculo social que una persona puede tener. De acuerdo a una investigación publicada en Psychology Science of Therapy, es fundamental realizar actividades que fomenten la convivencia familiar para lograr un sano desarrollo emocional y cognitivo.

La especialista Ileinne Esquivel menciona queEl que pueda haber un tiempo para conversar en la familia logra un cambio, porque de esa manera los hijos aprenderán con el ejemplo, todos los valores que se quieran enseñar, además se van conociendo más y se va fortaleciendo la familia como núcleo familiar y para que decir las relaciones familiares. No basta con sólo decir te quiero, también se necesita una caricia, un beso, un abrazo, algo físico que demuestre lo que decimos en palabras.

En un artículo llamado 5 Efectivas reglas para una sana convivencia familiar (Mujer Banorte. 2014) se menciona que “El ser afectuoso es primordial. El contacto cariñoso de los padres es importante para la crianza del hijo, ya que su presencia le aporta psicológicamente seguridad y cuidado; cuando hay ausencia de él, surgen problemas de conducta: se tornan convulsivos, impulsivos, agresivos. A ellos no les interesa que el refrigerador de su casa siempre esté lleno o que sus padres saquen la tarjeta de crédito para comprarles objetos materiales, lo que necesitan es recibir un abrazo o un beso.

Tan importante es recibir una beso, un abrazo, una palmadita… que estudios en bebés sugieren que en ausencia de contacto físico millones de neuronas mueren en sus cerebros y tampoco se produce suficiente hormona del crecimiento, dando lugar a lo que se conoce como “enanismo psicosocial”; además, revelan que el cerebro de un bebé que no recibe caricias es aproximadamente un 20% más pequeño.”

También en este texto se menciona algo que me parece significativo: “Los insultos no deben existir, los problemas se pueden resolver constructiva o destructivamente. Ser destructivo daña la autoestima y desgasta emocionalmente; afrontar un conflicto de forma positiva alienta el diálogo, la apertura emocional y la cercanía afectiva. Discutir con la pareja frente a los hijos o estar siempre en batalla con ellos sólo crea un ambiente de tensión; sé que no siempre se puede evitar entrar en discrepancias, pero es conveniente elegir bien las “batallas”.

Juan Domínguez en un documento titulado “Emplea las mejores normas de convivencia en tu hogar” menciona queLos niños aprenden lo que viven y ven a diario, por eso es inútil hablar y hablar sin darles el ejemplo. Predicar y no aplicar es una de los más grandes errores que cometen los padres, pues es a través de su ejemplo es que los más pequeños aprenden a comportarse en casa y fuera de ella.”

Por dicha razón me  pareció pertinente compartir el contenido de una página de internet llamada buenas tareas, en ella nos describe  los distintos cuatro estilos familias:

Familias rígidas: Cuando se establecen normas o patrones en forma autoritaria e inflexible. Es común que en estas familias la pareja adopte roles tradicionales, que la autoridad la ejerza el padre (aunque también las hay donde es ejercida por la madre). La comunicación es vertical y está restringida. Los hijos tienen pocas posibilidades de expresión.
Familias laxas: Cuando existe el mínimo de normas. En realidad los padres no se preocupan por mantener el control disciplinario de sus hijos y son dóciles en extremo, sin ocuparse de ellos, ni preocuparse por su educación. La mayoría de estas tienen lazos afectivos débiles, por lo que suelen buscar satisfacer sus necesidades emocionales fuera del hogar. Existe poca comunicación entre ellos.
Familias flexibles: A la hora de aplicar las normas de conductas en forma discriminada según la edad y tipo de situación. Los padres establecen modos de controlar a sus hijos para poder educarlos y encauzarlos, pero son capaces de cambiar las reglas cuando los hijos crecen y adquieren responsabilidad y opinan negociando algunas reglas. La comunicación suele ser horizontal y, según la circunstancia, incluso democrática (las reglas pueden ser negociadas por los hijos porque la finalidad no es sancionar, sino educar.
Familias caóticas: Son normas sin fundamentación racional y fluctuando de unas a otras, sin ningún orden o expectativa. Es decir: unas veces se establecen normas que incluso son transgredidas por los propios padres, en otra ocasión no se cumplen o funcionan con base en los estados de ánimo de éstos.

Y no puedo dejar de preguntarte algo ¿Cuál es tu tipo de familia?, ¿Ya la identificaste?, quizá es tiempo de cambiar algunas cosas, te recomiendo un auto examen de honestidad y que te pongas a trabajar en este aspecto.

Recuerda que lo más importantes es pasar momentos felices con la familia, cualquier duda o comentario por favor puedes enviarlo a mi correo vicky_barbara@hotmail.com o a la página de facebook de esta columna https://www.facebook.com/evaylilith.vickylopezolvera?ref=hl&ref_type=bookmark. ¡Hasta la próxima!