Estados Unidos subió los aranceles a las importaciones chinas el viernes y Beijing anunció una respuesta inmediata en una disputa entre las dos mayores economías del mundo que el presidente estadounidense, Donald Trump, dijo estar preparado para intensificar.

Washington aumentó sus impuestos a las 00:01 del viernes (hora del este) sobre bienes chinos valorados en 34.000 millones de dólares, un primer paso que podría derivar en intercambio de alzas acelerado.

China adoptó por su parte medidas de represalia que “entraron en vigor de inmediato”, dijo Hu Chunhua, vocero del Ministerio de Exteriores, más tarde el viernes. Hu no proporcionó más detalles, pero Beijing había manifestado previamente que igualaría las acciones de la Casa Blanca gravando 34.000 millones de bienes estadounidenses incluyendo soja, cerdo y autos eléctricos.

Las empresas temen que la disputa ralentice el crecimiento de la economía global, pero los mercados financieros asiáticos reaccionaron con calma a los acontecimientos del viernes.

El principal índice bursátil de Japón, el Nikkei 225, ganaba un 1,1%, mientras que el Shanghai Composite Index subió un 0,5% y el Hang Seng de Hong Kong, un 0,8%.

Trump dijo a los reporteros que viajaron con él el jueves a un acto de campaña en Montana que en dos semanas se aplicará una nueva subida fiscal a bienes chinos por importe de 16.000 millones de dólares.

Después de esto, las hostilidades podrían intensificarse: Trump dijo que Estados Unidos está listo para gravar importaciones chinas valoradas en 200.000 millones de euros adicionales _ y después 300.000 millones más _ si Beijing no cede a las demandas de Washington y sigue tomando represalias.

Esto podría elevar el total de bienes chinos afectados a 550.000 millones de dólares _ más de los 506.000 millones dólares que exportó a Estados Unidos el año pasado.

El gobierno de Trump alega que China ha desplegado tácticas predatorias en su intento por derrocar el dominio tecnológico estadounidense. Estas fórmulas incluyen ciberrobos y exigir a las empresas estadounidenses que entreguen su tecnología a cambio de tener acceso al mercado chino.

Funcionarios chinos rechazan las acusaciones de robo y dicen que ninguna empresa extranjera está obligada a compartir su tecnología. Pero las normas en la industria automotriz, entre otras, exigen que las empresas trabajen con socios estatales, lo que les obliga a compartir su conocimiento con posibles competidores.