Con miedo, angustia, desesperación, esperanza y en el olvido, es como continúan su vida los habitantes de las comunidades afectadas por el sismo del pasado 19 de septiembre en Puebla.
Una de las localidades que sufrieron daños severos tanto en en infraestructura, como en la pérdida de vidas humanas fue el municipio de Atzala, en la mixteca poblana.
A algunos de sus habitantes no les queda más que seguir con el día a día pese al panorama desolador en el que se encuentran a un año de las pérdidas de sus hogares; y que a la fecha no les ha llegado la ayuda, o apenas comienza a presentarse.
La realidad
Tal es el caso de Doña Ángela Marín Vázquez, quien a sus 75 años tiene que pasar por el olvido de las autoridades y el desprecio de las mismas, aunque su vivienda se haya derrumbado a causa del sismo del 2017.
“Se le cayó su casa y en su momento revisaron los peritos, tomaron fotografías y cuando revisaron e iban aportar la ayuda a mi mamá no la registraron; les decía a las autoridades que cómo era posible, sin embargo, ni modos”, lamenta la hija de Doña Ángela, María Magdalena Sosa Marín.
Reitera que tienen miedo de que vaya a ver algún nuevo temblor de magnitud 7.1, “cualquier movimiento que hay sí sentimos miedo, a como lo vivimos”.
Ella le reclamó a las autoridades que cómo era posible que no le dieran la ayuda a su mamá, si a toda vista se observaron los escombros en que quedaron sus tres cuartos, la cocina, el corredor y un cuarto alterno.
Al sufrir severos daños la vivienda, un hijo de Doña Ángela trató de “reparar” algunas habitaciones, habilitando otras para que pudieran llevar a cabo sus actividades cotidianas, “en lo que llegaba la ayuda”.
Posteriormente al sismo del año pasado a los seis meses su hijo murió, y con ello murieron las esperanzas de que su casa se volviera a reconstruir.
Para ese momento de dolo, se utilizaron lonas para cubrir lo que quedaba de la vivienda y por llevar a cabo los rezos y velaciones correspondientes.
“Mi hermano después de que se murió, todo se comenzó a echar a perder por las lluvias, todo lo que teníamos ahí ya varias cosas tiramos”, evidencia.
No ven reconstrucción
La familia Sosa Marín están viviendo, por lo mientras, pero ya casi llevan un año, en una vivienda con otros familiares; mientras continúan en la lucha por conseguir apoyo para hacer nuevamente su casa.
Al momento, por parte de un diputado local les comenzó a llegar un poco de ayuda, pero –dicen- no es suficiente para tener un techo digno.
Doña María Magdalena y su mamá a la fecha continúan vendiendo dulces, chicharrines y otras golosinas afuera de una escuela primera en la comunidad de Atzala; encomienda que tiene muy presente porque fue en esa actividad donde sintieron el movimiento telúrico y donde comenzó la desgracia.
En tanto Doña Alicia Quiroz Marín, habitante de ese mismo municipio, reitera que recuerdan perfectamente aquel 19 de septiembre del 2017, todo lo que sucedió en la comunidad, y más en su iglesia dedicada a Santiago Apóstol, de la cual a un año no ven nada de su reconstrucción.
“Las autoridades que son las encargadas no dan un veredicto, ni qué está pasando”, acusa.
Ambas familias piden a las autoridades que ojalá tengan en consideración apoyar a las personas que realmente lo necesitan, porque existieron algunas que no sufrieron tantos daños, y a ellas sí se les otorgó la ayuda.
“Pedimos a las autoridades a que sí volteen a ver a Atzala, tantito que lo volteen a ver”, exigió Quiroz Marín