En la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), México perdió. El acuerdo alcanzado –sin Canadá– afianzó, sin duda, la visión del presidente estadunidense Donald Trump: primero, el vecino del Norte.
Las preguntas siguen siendo las mismas: ¿qué hubo detrás de esa renegociación? ¿Por qué el representante de Andrés Manuel López Obrador –quien se comprometió a trabajar por los pobres– accedió y hasta se dijo satisfecho por los nuevos alcances del trato?
En su análisis Acuerdo preliminar entre México y Estados Unidos de cara a la firma del TLCAN 2.0, el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados resume los primeros cinco puntos que más afectan a México y que, hasta ahora, Canadá ha rechazado.
Se trata de los temas impasse que generaron mucha tensión en la primera etapa de la renegociación, iniciada en agosto de 2017, por ser bastante desventajosos para México y Canadá. Estos cinco puntos siguen siendo el talón de Aquiles del TLCAN, porque el gobierno canadiense se rehúsa a admitirlos.
Según el análisis del CEFP, el primero de esos puntos es la aplicación de barreras a la importación para algunos productos agrícolas mexicanos por parte de Estados Unidos, según a la temporalidad de su producción (estacionalidad).
Al respecto, indica, el acuerdo se alcanzó porque Estados Unidos eliminó su propuesta sobre la estacionalidad, pero logró que se abra el mercado para productos cárnicos, se mantenga tarifa cero en productos agrícolas, y se agregue un apartado de biotecnología que incluye intercambio de información y cooperación para la agricultura. Además, las partes se comprometen a no utilizar subsidios en las exportaciones ni salvaguardas de la Organización Mundial del Comercio.
El segundo punto de fricción, que a Canadá aún no le convence, tiene que ver con “el cambio en las reglas de origen en la industria automotriz, en la que Estados Unidos propuso imponer un mayor porcentaje de contenido nacional en la manufactura de autos (subir la participación de ese país al 50 por ciento en cada vehículo); así como el ajuste salarial en la industria”.
México y Estados Unidos acordaron que el 40 por ciento del contenido de un automóvil tendrá que fabricarse en una zona de alto salario (al menos 16 dólares la hora); y el 60 por ciento restante se podrá hacer en cualquier lugar.
En este punto, nuestro país es el que más pierde, se desprende del análisis, porque “de fabricarse el contenido en donde se cumpla el 40 por ciento en zonas de alto salario, México quedaría fuera al menos hasta que se ajusten los salarios de los trabajadores al nivel mínimo equivalente a 16 dólares la hora”.
El estudio observa que “esta medida favorecería directamente a las maquiladoras canadienses y estadunidenses, con lo que México perdería su ventaja competitiva y la razón por la que la inversión extranjera se ha establecido en el país; a pesar de que esta medida podría incrementar el costo de los automóviles y eventualmente su competitividad”.
El tercer punto es el de la elevación en el contenido regional, derivado del ajuste en las reglas de origen que aumentaría del 62.5 por ciento actual hasta 85 por ciento.
Al respecto, el análisis observa que ambos países acordaron que el aumento sea al 75 por ciento; es decir, 12.5 por ciento más que el establecido originalmente en el TLCAN. Además, México aceptó que las empresas con plantas recién instaladas podrán exportar con una tasa del 2.5 por ciento mientras realizan los ajustes necesarios para adaptarse a las nuevas reglas.
El cuarto punto se refiere a la propuesta de Estados Unidos de incluir una cláusula de terminación del TLCAN en un periodo de 5 años (cláusula “sunset”). Al respecto, “México acepta que el acuerdo tenga una vigencia de 16 años con revisiones cada 6 años, en las que se podrán añadir prórrogas de otros 16 años, si las partes lo acuerdan”.
Finalmente, el quinto punto se refiere a “terminar con los mecanismos de solución de controversias, en el cual Estados Unidos pretendía eliminar el capítulo 19 sobre solución de controversias, rechazando el panel de expertos independientes o instancias que lo sometan a derecho internacional”.
En el acuerdo bilateral se estableció que ese capítulo 19 se mantendrá; “no obstante, México cedió parcialmente a las condiciones de Estados Unidos en este capítulo, pero prevalecen los mecanismos para proteger a México de las salvaguardas que pueda imponer Estados Unidos”.
El análisis del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas agrega que este tema se abrió para integrar a Canadá en la discusión y que “se mantiene el capítulo 11 sobre resolución de conflictos entre inversionistas y Estados; y el 20 sobre mecanismos de resolución de controversias, de acuerdo al TLCAN original. Asimismo, se aseguró la salvaguarda de mecanismos de compensación y se definieron disciplinas”.
Adicionalmente a estos cinco puntos, el análisis observa como relevante la integración de un capítulo laboral, “en el cual se establecen disposiciones que garantizarán el cumplimiento de obligaciones laborales; se incluye un anexo sobre la representación de los trabajadores en la negociación colectiva, para lo cual México se compromete con acciones legislativas específicas para hacer efectivo este derecho. Asimismo, se adoptarán y mantendrán los derechos reconocidos por la Organización Internacional del Trabajo, cumplir las leyes laborales, las cuales no se deberán derogar o renunciar a ellas”.
Otros temas que destaca son los alcanzados previamente, como el acceso a mercados de bienes, propiedad intelectual y medio ambiente. Además, “el acuerdo contiene nuevas disposiciones comerciales en sectores manufactureros específicos incluidas en los anexos sectoriales, tales como tecnologías de información y comunicaciones, farmacéuticos, dispositivos médicos, productos cosméticos y sustancias químicas”.
Sobresale, también, el tema energético, porque Estados Unidos buscaba afianzar la liberalización del sector petrolero mexicano. Al respecto, señala el análisis, se desconocen aún los resultados a pesar de que el representante designado por el presidente electo de México se involucró en las discusiones sobre este tema.
Resulta, pues, que de nada sirvió que en la negociación se involucrara un representante de López Obrador: en ese acuerdo bilateral, definitivamente perdió México.