A exactos siete meses del asesinato de la concejal negra Marielle Franco, al menos unas 2.000 personas participaron de un emotivo homenaje en la Plaza Cinelandia, en el centro de Río de Janeiro, y exigieron que el crimen sea resuelto.
La viuda de Marielle, Mónica Benicio, encabezó el acto y repartió 1.000 placas de calle con el nombre de la concejal, quien fue asesinada a tiros la noche del 14 de marzo junto con su conductor Anderson Gomes tras participar de una reunión de mujeres negras.
Hace dos semanas, dos diputados del Partido Social Liberal, al que pertenece el candidato presidencial Jair Bolsonaro, y el candidato a gobernador de Río, Wilson Witzel, rompieron una placa con el nombre de Marielle, colocada como homenaje en Cinelandia, durante un acto de campaña en la ciudad de Petrópolis, en Río de Janeiro.
Rodrigo Amorin, uno de los diputados del PSL, justificó el hecho debido a que “más de 60.000 personas mueren todos los años en Brasil” y a que “esos canallas (refiriéndose a la izquierda) se callaron la boca” ante el atentado que sufrió Jair Bolsonaro el 6 de septiembre pasado. “Vamos a barrer a esos vagabundos”, dijo Amorin, según consta en videos que aparecieron en las redes sociales, en los que él sostiene la lámina con el nombre de Marielle partida en dos.
El acto de los dos diputados y Witzel generó repudio e indignación entre la familia de Marielle y la militancia de izquierda, quienes perfilaron el homenaje de esta tarde como una respuesta a ese agravio.
“Este acto es un mensaje de resistencia, fundamental para dar respuesta a un clima de odio y violencia que vivimos”, dijo Benicio a The Associated Press.
“Fue muy irrespetuoso con toda la familia y también con quienes simpatizaban con las ideas de Marielle, quien luchaba por una sociedad más justa”, aseguró la viuda de la concejal.
La respuesta al ataque desbordó las expectativas. A través de una colecta online, amigos y familiares reunieron fondos y repartieron 1.000 láminas _la idea original era 100_ con el fin de “mantener viva la memoria de Marielle”.
Luego de haber repartido las placas, Benicio colocó una de éstas con el nombre de Marielle nuevamente en una de las esquinas de la plaza. “Intentaron callarla, pero no lo lograron. Guarden esas placas como símbolo de memoria y resistencia. Vamos a demostrar que el amor siempre vence”, dijo Benicio, y la multitud respondió con aplausos y el grito “Marielle, ¡presente!”.
“Quebraron una placa y nosotros hicimos 1.000. Ya pasamos por una barbarie terrible, un asesinato cobarde e intentaron ahora callar nuestras voces. No lo vamos a permitir, estamos fuertes”, aseguró Anielle Franco, hermana de la vereadora asesinada.
Desde temprano, cientos de personas hicieron fila para llevarse una réplica de la placa. “Es un acto por la democracia y contra la impunidad. Queremos saber quién mató a Marielle y a su chofer, y decirle a todo el mundo que no los vamos a olvidar”, dijo Patricia Félix, 46 años, psicopedagoga, mientras esperaba su turno para llevarse una placa.
En un clima enrarecido por la campaña electoral para la segunda vuelta presidencial del 28 de octubre, y con el país polarizado entre Bolsonaro _favorito en la intención de voto_ y el candidato petista Fernando Haddad, los manifestantes tomaron partido en la disputa.
En varias oportunidades la multitud clamó “¡Él no!”, levantando al unísono un mensaje de repudio al ultraderechista Bolsonaro, quien se ubicó como líder en la primera vuelta electoral con 46% de la votación.
Bolsonaro, un excapitán del ejército que reivindica la última dictadura militar que gobernó Brasil, dijo en una entrevista con el diario O Globo que el asesinato de Marielle no fue un crimen político, sino “una muerte más en Río de Janeiro, que no significa nada para la democracia”.
Paulo César, un profesor de 54 años de edad, opinó que un eventual triunfo de Bolsonaro en el balotaje pondría en riesgo la investigación por el crimen de la concejal.
“Si ese proyecto llega al poder, la investigación va a quedar archivada. (A Bolsonaro) no le interesa llegar hasta los culpables, personas que defienden esa violencia que él pregona”, aseguró el profesor.
Con la placa de Marielle en sus manos, César dijo que la colgaría en la puerta de su casa para que todos sus vecinos vean un símbolo de que la “lucha de Marielle está viva”.
La muerte de Franco conmocionó a Brasil en marzo pasado. Marielle había sido electa en 2016, como la quinta concejal más votada en Río, y era una reconocida activista defensora de los derechos humanos. Antes de ser asesinada, había denunciado abusos policiales en las favelas de Río e integraba la comisión que fiscalizaría la intervención militar en la seguridad del estado.
Franco era considerara por muchos como un símbolo de cambio, y aparecía como una figura con proyección en la política brasileña. Nacida en una de las favelas más pobres y violentas de la ciudad, Mare, llegó a ocupar un cargo legislativo en un país donde la mayoría de quienes llegan son hombres y blancos, pese a que la mitad de la población es negra.