Al Partido Revolucionario Institucional (PRI) le pasó lo que a todo hermano mayor cuando llega un nuevo hermanito: dejó de recibir todo y ahora debe compartir.
Después de las elecciones, el dinero y otros recursos que le tocan de acuerdo a los votos que obtuvo, no son lo que podría calificarse como demasiados y está aprendiendo a vivir con una cartera menos gruesa.
Por lo que ideó una iniciativa de ley para que el financiamiento público que reciben los partidos políticos sea 50 por ciento menor, pero que pueda entrar al quite el dinero privado, además de que personas morales, candidatos y precandidatos podrían dar su respectiva “cooperación”.