Las autoridades locales mexicanas ayudaron nuevamente a miles de migrantes centroamericanos a conseguir transporte y la gran mayoría llegó a la ciudad de Irapuato, la escala más reciente de su viaje hacia Estados Unidos.

En una estación de peaje al oeste de la ciudad de Querétaro, en el centro del país y donde el grupo pasó la noche del sábado, la policía impidió el domingo a los migrantes que pidieran viajes a dedo, pero sí les ayudó a conseguir camiones que los transportaran.

Un total de 6.531 migrantes atravesaron el estado entre el viernes y el sábado, informó el gobierno de Querétaro vía Twitter. Dijo que 5.771 de ellos partieron el domingo por la mañana después de pasar la noche en tres refugios que les había preparado, el mayor de ellos en un estadio de fútbol de la capital del estado.

Esas cifras fueron mayores que los conteos efectuados por las autoridades cuando el grupo pasó varios días en la Ciudad de México, lo que deja entrever la posibilidad de que otros migrantes se hayan sumado a la caravana principal.

Los migrantes partieron a pie antes del amanecer del domingo hacia Irapuato, unos 100 kilómetros (62 millas) al oeste, después de entrar al estado de Guanajuato, donde las autoridades locales también los ayudaron. Establecieron un campamento alrededor de un centro familiar local y un pequeño complejo deportivo.

Como en días anteriores, la caravana aprovechó toda oportunidad para viajar de dedo. Se apilaron en camiones de plataforma, se colgaron de los remolques de automóviles e incluso se apilaron en los cuatro niveles de un camión que normalmente transporta cerdos.

Miguel Ortiz de Honduras se recostó en el remolque de cerdos con su esposa e hijo. Dijo que se dirigían a Estados Unidos para tener una vida mejor, donde pudieran trabajar por algo más que simplemente poner comida en la mesa.

María Isabel Reyes, de 39 años, de Honduras, viajó con sus tres hijas y una nieta.

“Me siento feliz por la gracia de Dios”, dijo ella. “Porque estamos avanzando poco a poco, pero todos estamos avanzando”.

Los migrantes esperan llegar a Tijuana para cruzar la frontera a San Diego, a 2.575 kilómetros (1.600 millas) de distancia.

La caravana se convirtió en un tema de la campaña electoral en Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump ordenó el despliegue de más de 5.000 efectivos militares en la frontera para impedir el paso de los migrantes. Trump ha insinuado que hay criminales e incluso terroristas en la caravana, aunque no ha presentado pruebas de ello.

Muchos migrantes dicen que partieron de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua para huir de la pobreza, la violencia de las pandillas y la inestabilidad política. Han estado viajando por carretera desde hace semanas.

México ha ofrecido refugio, asilo o visas de trabajo a los migrantes, y su gobierno dijo que emitió 2.697 visas temporales a individuos y familias mientras dura el proceso de 45 días para obtener un estatus más permanente, pero la gran mayoría dijo que seguiría el viaje hasta territorio estadounidense.

“Se gana un poco más (en Estados Unidos) y tal vez uno puede apoyar a nuestra familia y allá (en Honduras), aunque queremos dar mejores cosas a nuestros hijos, no podíamos porque lo poco que uno gana es solo para la comida, para pagar casa, pagar la luz. Ya no alcanza para otra cosa”, dijo Nubia Morazán, de 28 años, cuando se preparaba para partir con su esposo y dos niños.