El narcotraficante colombiano, Juan Carlos Ramírez, El Chupeta, testigo del gobierno de Estados Unidos contra Joaquín El Chapo Guzmán, afirmó que uno de los líderes del cártel de Sinaloa le contó que durante los años 90 llegaban tantos aviones con cocaína que parecía que Colombia “invadía” México.

Durante su segundo día de testimonio en el juicio contra Guzmán Loera, el exlíder del cártel del Norte del Valle, que suministró droga al cártel de Sinaloa entre 1990 y 1996, recordó en el tribunal de Nueva York que una vez visitó en prisión, acompañado por un comandante de la policía, al capo Juan Esparragoza, El Azul.

Según Ramírez, en la reunión participó El Chapo y lo que buscaban era la autorización de Esparragoza para cambiar la ruta de envío de la droga desde aviones a barcos camaroneros, a través del Océano Pacífico.

El Azul me dijo a modo de chiste: ‘mi compadre Calderoni (Guillermo González, policía judicial federal) me dijo que están llegando tantos aviones con coca de Colombia que los gabachos dicen que parece que están invadiendo México’, de tantos que estaban llegando en la madrugada”, recordó.

Chupeta afirmó que El Chapo seguía controlando los negocios del Cártel de Sinaloa aún después de ser arrestado y enviado a una prisión de alta seguridad en 1993.

Ramírez conoció del mencionado arreglo, ya que un barco mexicano que había recibido su droga en alta mar se había perdido con 10 toneladas de cocaína por causa de un huracán en el Pacífico.

Guzmán prometió pagar la deuda, de 42 millones de dólares por la cocaína perdida. Una vez encerrado en prisión, tanto el hermano de Guzmán, Arturo alias El Pollo, como los hermanos Héctor y Arturo Beltrán Leyva asumieron esa deuda, que finalmente pagaron.

Tanto los Beltrán Leyva como Arturo Guzmán aseguraron a Ramírez que “todo seguía igual”, lo que él interpretó como que el acusado “seguía con el negocio de la cocaína” a través de sus asociados, pese a estar en la cárcel.

Según la versión del narcotraficante colombiano, los envíos fueron en un inicio por aviones, hasta que en 1992 iniciaron los cargamentos por barcos en el Océano Pacífico, donde un barco pesquero mexicano se encontraba con un buque camaronero colombiano.

Esos envíos implicaban mayores sobornos, de acuerdo con lo dicho por Ramírez, que incluían al entonces comandante de la policía judicial, Guillermo González Calderoni, entre otros.

Los barcos cargados de cocaína no estuvieron exentos de problemas. Además del barco perdido en el huracán con 10 toneladas de cocaína, Ramírez se refirió a un barco que un capitán mexicano hundió por miedo a que fuera a ser detectado por autoridades.

Ramírez narró que envió un barco con 20 toneladas de cocaína al narcotraficante Amado Carrillo Fuentes, pero que el capitán comenzó a consumir el producto, por lo que “vio fantasmas por todos lados”, entre ellos a autoridades de Estados Unidos, y decidió hundir la nave.

Carillo Fuentes aceptó que en efecto se había hundido la embarcación, y contrató a un grupo de buzos profesionales que luego de un año logró rescatar el cargamento de cocaína, explicó Ramírez.

Con información de EFE y Notimex