La negociación del Brexit ha robado los reflectores durante ya varias semanas, en las cuales la primera ministra británica no paraba de argumentar que «Este es el mejor acuerdo posible», con lo que pretendía convencer a los diputados de los beneficios del acuerdo alcanzado en noviembre con la Unión Europea (UE).

En días recientes la discusión ha subido de tono y aparentemente se inclina a no ser favorable para May, así que pospuso la votación que estaba prevista para este martes con la finalidad de “intentar conseguir un mejor acuerdo».

«Hay un amplio apoyo hacia muchos aspectos del trato. Pero también hay oposición. Si la votación se lleva a cabo, se perdería por un gran margen. Así que la votación será retrasada«, justificó.

May dijo que volvería a reunirse con los líderes de la UE en Bruselas para transmitirles las preocupaciones de buena parte de los diputados, especialmente en torno a una espinosa cuestión: el futuro de la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte.

Fronteras físicas donde no las había

La preocupación por el tema se explica porque en dicho lugar después de tres décadas de conflicto en la región, el acuerdo de paz de Viernes Santo que se firmó en Belfast en 1998, considerando entre los puntos más importantes la ausencia de barreras físicas en la isla que comparten República de Irlanda e Irlanda del Norte, territorio que pertenece a Reino Unido.

Desde entonces, los ciudadanos de uno y otro lado pueden cruzar la frontera sin pasar por ningún control. La venta de bienes y servicios se realiza con pocas restricciones, dado que ambos permanecen en el mercado común europeo y en la unión aduanera.

Pero tras la decisión de Reino Unido de abandonar la Unión Europea, que está previsto entre en vigor en la medianoche del próximo 29 de marzo, todo esto podría cambiar.

Irlanda e Irlanda del Norte quedarían en dos regímenes distintos, lo que implicaría que los productos puedan ser inspeccionados en la frontera, algo que no quiere Reino Unido.

A la Unión Europea tampoco le parece deseable, pero le resulta difícil evitarlo si los británicos abandonan el mercado único y la unión aduanera.

Frontera de Gran Bretaña y la Unión Europea

Con el Brexit, el límite entre las dos Irlandas pasaría a ser frontera de la Unión Europea.

Así que para evitar la instauración de los controles que serían pertinentes en ese caso, la UE propuso a finales del año pasado la creación de una especie de «red de seguridad».

La propuesta, conocida en inglés como backstop, quiere evitar la división de la isla con controles o infraestructuras físicas en la frontera y plantea, como último recurso y en condiciones específicas, mantener a Irlanda del Norte dentro de la unión aduanera y del mercado único mientras el resto de Reino Unido los abandona.

Finalmente, hace solo unas semanas, May anunció que su gabinete había respaldado un borrador de acuerdo con la UE que fue aprobado el 25 de noviembre en Bruselas y que incorpora la polémica figura del backstop.

El Backstop

El principal escollo en las negociaciones solo entraría en vigor como «último recurso», en el caso de que ambas partes no consigan acordar su tipo de relación futura para evitar el regreso de una frontera dura a Irlanda del Norte.

Así, el texto refleja que Irlanda del Norte seguiría bajo parte del reglamento del mercado único de la UE si no se llega a encontrar otra solución al final del período de transición en diciembre de 2020.

Eso significaría que los productos y bienes que lleguen a Irlanda del Norte mientras tanto deberán ser revisados, incluso si proceden del resto de Reino Unido, para ver si cumplen con la normativa de la UE.

También contempla una solución temporal de «respaldo» que consiste en «un territorio aduanero único que mantendría a Reino Unido en la unión aduanera de la UE» hasta que ambas partes acuerden que ya no es necesario.

May defiende el backstop asegurando, entre otros argumentos, que es el «último recurso» para proteger los compromisos adquiridos con Irlanda del Norte en el Acuerdo de Viernes Santo.

 

La oposición

Uno de los principales detractores de la propuesta acordada es el Partido Unionista Democrático, el principal socio de May en el gobierno británico.

Los 10 diputados protestantes norirlandeses que hay en la cámara rechazan que Irlanda del Norte mantenga un régimen diferente al del resto de Reino Unido, como plantea el backstop.

Creen que cualquier diferencia podría afectar a su relación con Reino Unido y, lo que es más crítico para los unionistas, favorecer en el futuro una posible unificación de las dos Irlandas.

Además, decenas de los diputados más conservadores del propio partido de May también consideran que la propuesta es inviable. Creen que viola su integridad territorial y acabaría sometiendo a Irlanda del Norte a reglamentaciones europeas y no británicas.

El ala más dura de los tories teme que el backstop cree nuevas barreras reglamentarias entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido que podrían continuar de manera indefinida, ya que tras su entrada en vigor, Reino Unido no podrá abandonarlo sin la aprobación de la UE.

Y aceptarlo, aseguran, supone perder toda clase de control sobre esta cuestión y permanecer supeditados a la voluntad europea.

Plan “B”

Dado que buena parte de los diputados ya avanzaron que rechazarán la propuesta, el riesgo de que la iniciativa no obtenga finalmente el respaldo de la Cámara de los Comunes es real.

Y lo cierto es que, actualmente, no existe un «plan B» definido si esto sucediera.

«Varios líderes europeos con los que he hablado han dicho que están abiertos a discusiones para encontrar una manera de tranquilizar a los miembros de esta Cámara en ese punto», dijo respecto al backstop.

Sin embargo, Bruselas no tardó en volver a mostrar su rechazo a esta posibilidad.

«Como el presidente [Jean-Claude] Juncker dijo, este acuerdo es el mejor y único acuerdo posible», afirmó este lunes la portavoz de la Comisión Europea, Mina Andreeva, para descartar cualquier tipo de renegociación.

El primer ministro de Irlanda, Leo Varadkar, subrayó por su parte que el acuerdo del Brexit es «el único sobre la mesa» y dijo que «no es posible reabrir un aspecto del acuerdo sin reabrirlos todos».

«Llegados a ese punto, la UE y el gobierno de Irlanda tendrían que tomar decisiones difíciles sobre qué ocurre en la frontera o sobre los productos irlandeses a ingresar en el mercado único», concluye.

May, que no aclaró cuándo se realizará finalmente la votación en el parlamento, fijó como día límite el 21 de enero de 2019 y dijo que la fecha dependerá de cuánto se demoren las nuevas conversaciones con la UE.

Información BBC.