El secretario de Defensa, Jim Mattis, renunció el jueves tras un desacuerdo con el presidente Donald Trump sobre el abrupto retiro de las tropas estadounidenses de Siria y tras casi dos años de discordias sobre el papel de Estados Unidos en el mundo.

Mattis, quizá el funcionario de política exterior más respetado en el gobierno de Trump, dejará su cargo a finales de febrero después de dos tumultuosos años en los que se empeñó en suavizar y moderar la intransigencia del presidente, y sus cambiantes políticas. Dijo a Trump en una carta que renunciaba porque “tiene derecho a contar con un secretario de Defensa cuyos puntos de vista estén más alineados con los suyos”.

La partida de Mattis fue lamentada de inmediato por sectores relacionados con política exterior y por legisladores de ambos partidos, que consideran al general retirado de la Infantería de Marina como una opinión sobria y experimentada para Trump, que nunca había ocupado un cargo público ni servido en las fuerzas armadas. Incluso los aliados de Trump manifestaron temor por la decisión de Mattis de renunciar, por considerarlo una fuerza moderadora importante frente al mandatario.

“Solo lean la carta de renuncia del general Mattis”, dijo en un tuit el senador Marco Rubio, de Florida. “La carta deja bastante claro que nos dirigimos hacia una serie de graves errores en política que pondrán en peligro a nuestra nación, dañarán nuestras alianzas y fortalecerán a nuestros adversarios”.

La renuncia se informó un día después que Trump sorprendió a aliados de Estados Unidos y a los miembros del Congreso al anunciar el retiro de todas las tropas estadounidenses de Siria, y mientras continúa evaluando reducir el despliegue de efectivos estadounidenses en Afganistán. También coincide con la agitación interna, la disputa de Trump con el Congreso por el muro fronterizo y la amenaza de un cierre parcial del gobierno.

La decisión de Trump de sacar a las tropas de Siria ha sido duramente criticada por los aliados kurdos, quienes podrían sufrir una embestida turca una vez que los estadounidenses estén fuera del país. El Pentágono se había opuesto a la retirada.

En su carta de renuncia, Mattis enfatizó la importancia de defender a los aliados de Estados Unidos, una crítica implícita a la decisión del presidente sobre este y otros temas.

“Mientras Estados Unidos siga siendo la nación indispensable del mundo libre, no podemos proteger nuestros intereses ni cumplir nuestro papel de manera efectiva sin mantener fuertes alianzas y sin mostrar respeto a esos aliados”, escribió Mattis.

El año pasado, el senador republicano Bob Corker, frecuente crítico de Trump, afirmó que Mattis, el jefe de Despacho de la Casa Blanca, John Kelly, y el entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, contribuían a “apartar a nuestro país del caos”.

Tillerson fue despedido este año y Kelly dejará la Casa Blanca en los próximos días.

“Esto es terrible”, afirmó en un tuit el vicepresidente de la Comisión de Inteligencia del Senado, el demócrata Mark Warner. “El secretario Mattis ha sido una isla de estabilidad en medio del caos del gobierno de Trump”.

La salida de Mattis se rumoraba desde hace tiempo, pero fuentes allegadas a él insistían en que el general con experiencia en combate permanecería en el cargo debido a su determinación de llevar calma y lógica militar a las decisiones del gobierno _a menudo caóticas_ en materia de seguridad nacional y suavizar el tono del mandatario hacia los aliados.