Al presentar en la Corte Federal del Distrito Este, en Brooklyn, Nueva York, una amplia serie de mensajes de texto de conversaciones con su esposa, Emma Coronel, así como otros de sus socios, la defensa de Joaquín El Chapo Guzmán, empieza a quedarse sin argumentos para afirmar que sus actividades delincuenciales eran “un mito”.

Como parte de su testimonio como testigo de la fiscalía, el agente especial del FBI, Stephen Marston, leyó ante el jurado en la corte la transcripción de varios mensajes de texto que implicaron directamente a El Chapo en el tráfico, distribución y venta de drogas ilegales en Estados Unidos, delitos que se le imputan.

Los mensajes de texto fueron interceptados en los sistemas de comunicación de Guzmán Loera gracias al trabajo y cooperación de Christopher Rodríguez, un joven colombiano que trabajó para el líder del Cártel de Sinaloa y ahora es testigo protegido del FBI.

En la sala de la Corte a cargo del juez Brian Cogan, Marston dio lectura a la transcripción de mensajes de texto enviados poco antes y después de la fuga de El Chapo de una casa en Cabo San Lucas, Baja California Sur, el 22 de febrero de 2012.

De esos mensajes, los determinantes fueron los enviados entre Guzmán y Emma Coronel

sobre la emisión de órdenes a lugartenientes del cártel sobre medidas de seguridad, instalaciones y operaciones para evadir redadas del Ejército o la Policía Federal.

Por medio de los Blackberryespeciales” preparados por Rodríguez, Emma Coronel recibía instrucciones de El Chapo, mensajes amorosos, mientras que ella daba opiniones a su marido sobre las órdenes a los trabajadores del capo.

Para la defensa de Guzmán fue “catastrófico” que el jurado escuchara que  el padre de Emma Coronel usara su Blackberry para coordinar el envío de “kilos de cocaína” a Estados Unidos y los detalles del trasiego.

Entre los personajes relacionados con El Chapo en el sistema de comunicaciones, se mencionó también el nombre de Lucero Guadalupe Sánchez López, la llamada chapodiputada a quien también se le relacionó sentimentalmente con el capo.

Según reportó el semanario Proceso, cuando se daba lectura a los mensajes electrónicos, los rostros de Joaquín, Emma y sus tres abogados era de notoria angustia. La fiscalía le asestó un golpe mortal a la defensa, que pretendía establecer ante el jurado que los cargos de narcotráfico y lavado de los que se acusa al capo criminal son “un mito” e “invento” del gobierno de Estados Unidos.

Al rendir su declaración, el experto colombiano en ciberseguridad dijo haberse reunido cara a cara con Guzmán en la sierra de Sinaloa una docena de veces, que habló por teléfono otras tantas y que le cobró 100 mil dólares por instalarle el primer sistema de comunicaciones encriptado.

En su relató en la Corte, el joven colombiano explicó que el dispositivo que le instaló le gustó a tal punto a El Chapo, que le pidió usar la aplicación de espionaje en teléfonos y computadoras para saber que hacían sus colaboradores y mujeres.