La impulsividad, inestabilidad en emociones, sentido de vacío y dificultad para establecer relaciones personales, son factores que hacen referencia al Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), uno de los desórdenes mentales difíciles de identificar y que, de no detectarse o recibir tratamiento a tiempo, las personas pueden llegar a atentar contra su vida.
Rodrigo Figueroa, especialista adscrito al Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino, explicó en entrevista con Notimex que dicho trastorno se distingue porque la persona carece de recursos emocionales, cognitivos y sociales.
Es difícil identificar a un borderline, como se les llama también a las personas con este trastorno; lo mismo pueden ser personas muy retraídas o, en el extremo, extrovertidas, “como si no pasara nada pero en realidad están sufriendo y en algunos momentos pueden llegar a ser agresivos”.
Por si solos, detalló el médico, no se dan cuenta del trastorno que padecen, mientras que las personas que los rodean (familiares, parejas o amigos) son quienes pueden suponer su condición, y es por ello que los pacientes llegan al hospital cuando atentaron ya contra sus vidas.
El psiquiatra agregó que una persona con TLP tiene sensación crónica de vaguedad, lo que significa que nada le es suficiente y existe una soledad crónica, mantienen ánimo bajo, son impulsivos y actúan sin pensar en las consecuencias.
El tratamiento para este desorden mental requiere de terapias, la que el paciente decida, aunque debe considerar que son de larga duración y no tienen una inmediatez, pero son fundamentales para para atender el trastorno.
Rodrigo Figueroa indicó que una opción es la denominada “terapia conductual dialéctica”, en la que se les enseña a los pacientes a controlar sus emociones y, por tanto, pensamientos e intenciones de muerte.
Destacó que otra opción es “la terapia cognitivo conductual, que se trata de la modificación de conducta y la identificación de pensamientos”.
El médico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) informó que para este trastorno no existen medicamentos específicos, a menos que se identifique algún otro problema psiquiátrico que lo requiera.
Comentó que “lo indicado sería fomentar la psicoeducación en la población, que se dieran a conocer estos parámetros o síntomas, para que la gente identifique en ellos mismos el problema o en otras personas y busquen ayuda especializada”.