(AP) — El presidente estadounidense Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong Un iniciaron su segunda cumbre con sonrisas, palabras de esperanza y una cena amistosa que preparó el escenario para las arduas conversaciones previstas sobre el armamento nuclear de Corea del Norte.
En medio del escepticismo generalizado de que puedan resolver un problema que ha resultado insoluble para generaciones de diplomáticos y funcionarios, los dos hombres sonrieron y se estrecharon las manos frente a una hilera de banderas estadounidenses y norcoreanas alternadas antes de conversar media hora en privado. Las conversaciones continuarán el jueves.
“Espero que se resuelvan muchas cosas”, dijo Trump al inicio de la cena. “Creo que esto conducirá a una situación maravillosa, realmente maravillosa, en el largo plazo”.
Por su parte, Kim dijo que su país ha sido objeto de “malentendidos” y “desconfianza” durante mucho tiempo.
“Se han hecho esfuerzos, sea por hostilidad o no, para bloquear el camino que queremos tomar”, dijo. “Pero los hemos superado y vuelto a caminar el uno hacia el otro y hemos llegado a Hanói 261 días después” del primer encuentro en Singapur.
“Hemos vuelto a reunirnos y confío en obtener los grandes resultados que complacerán a todos”.
A pesar de las declaraciones optimistas frente a las cámaras, existía el temor generalizado de que Trump, ávido de llegar a un acuerdo, concedería demasiado y recibiría poco a cambio: tal vez una declaración de paz que el Norte pudiera aprovechar luego para reclamar la reducción de las fuerzas estadounidenses en Corea del Sur o un levantamiento parcial de sanciones que permitiera a Pyongyang desarrollar proyectos rentables con el Sur.
Semejante acuerdo, dicen los escépticos, dejaría en pie una buena cantidad de los misiles nucleares norcoreanos y despojaría a Estados Unidos de sus mejores elementos para ejercer presión: si el Norte ha obtenido buena parte de lo que quiere y conservado parte de su arsenal nuclear, ¿qué sentido tendría ceder el resto?
Preguntado si producto de esta cumbre habría una declaración política para poner fin a la Guerra de Corea, Trump dijo, “veremos”.
La agenda de Trump para el jueves incluye una “ceremonia de firma de un acuerdo conjunto” tras el fin de las conversaciones.
Al encuentro asistieron el secretario de Estado, Mike Pompeo; el jefe de despacho interino Mick Mulvaney; el exjefe de espionaje y punta de lanza de Kim en las negociaciones, Kim Yong Chol, y el canciller norcoreano Ri Yong Ho, además de los intérpretes de ambas partes.
Mientras Trump buscaba una victoria en su cumbre en el exterior, su exabogado personal Michael Cohen declaraba ante el Congreso en Washington que el presidente era un “racista”, un “estafador” y un “timador”.
Incapaz de desconocer el drama en desarrollo a miles de kilómetros de distancia, Trump tuiteó que Cohen, condenado a tres años de prisión por mentirle al Congreso, “hizo cosas malas no relacionadas con Trump” y “miente para reducir su condena a prisión”.
Antes de la cena, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Sanders, excluyó a varios periodistas estadounidenses, incluso los de The Associated Press, después que éstos hicieron preguntas a Trump durante una sesión fotográfica.
“Debido a la naturaleza delicada de las reuniones hemos reducido el contingente para la cena a un grupo más pequeño”, dijo en un comunicado.