Por Jaime Romay
Hoy 20 de marzo a las 3:58 PM (hora del centro de México) entró el equinoccio de primavera, es decir, el centro del Sol pasó por encima del ecuador donde alcanzó su cenit o punto más alto en el cielo con relación al observador y produjo así este fenómeno astronómico llamado también equinoccio vernal en el hemisferio norte u otoñal en el hemisferio sur.
«Equinoccio» proviene del latín aequinoctium que significa «noche igual”, ocurre dos veces al año en marzo y septiembre siendo estos los dos únicos momentos en los que nuestro astro rey sale cabalmente por el este y se mete cabalmente por el oeste.
En términos astrológicos, el año sideral es el tiempo que transcurre entre dos movimientos consecutivos de la Tierra por un mismo punto de su órbita y comienza alrededor del 21 de marzo período en el cual el hemisferio sur le devuelve al Sol al hemisferio norte. En términos astrológicos se explica cuando el Sol se encuentra en el primer punto de Aries en el hemisferio boreal y en el primer punto de Libra en el hemisferio austral.
Civilizaciones milenarias como los mayas han festejado al equinoccio de primavera en algunos sitios sagrados para su civilización, por ejemplo en Chichén Itza donde actualmente se puede presenciar en la pirámide conocida como «El Castillo» un evento casi mágico, cuando la nueva dirección de los rayos de luz del Sol que llegan del sur iluminan las escalinatas de la gigante estructura en su lado oeste proyectando así una sombra en forma de serpiente que desciende metafóricamente desde la punta hasta la base. Este evento era conocido por los mayas como el «Regreso de Kukulkán» o «El regreso de la serpiente emplumada» y se reproduce cada año desde tiempos memoriales.
La religiones neopaganas como la Wicca celebran a este día bajo el nombre de Ostara que proviene del antiguo inglés «Eostre«, una arcaica divinidad lunar germánica relacionada también con la primavera y celebrada durante la siguiente luna llena después del equinoccio.
Cuenta la leyenda que Eostre encontró un pájaro herido a finales del invierno y lo convirtió en liebre para que sobreviviera pero la liebre conservó la capacidad para poner huevos, los cuales decora para ofrecer y honrar a la Diosa. Para los practicantes de la Wicca es éste el momento del año en el que la Diosa despierta de su descanso y cubre la tierra con su manto de fertilidad, el Dios ha crecido hasta la madurez y ambos inducen a que los animales salvajes se reproduzcan.
El mundo cristiano celebra a través de procesiones religiosas la fiesta de «Pascua» o «Resurrección» el primer domingo después de la Luna llena tras el equinoccio de primavera en el hemisferio norte (entre el 22 de mazo y el 25 de abril), pero en realidad esta celebración se encuentra íntimamente conectada con el dios solar pagano Mithra conocido ancestralmente por sus seguidores como «El Redentor» o «La luz del mundo» y adorado siglos antes del nacimiento de Cristo. Curiosamente la leyenda señala que también nació en una cueva el 25 de diciembre y ascendió al cielo durante el equinoccio de primavera.
Para la antigua religión zoroastriana surgida en Irán hace unos 3000 años este momento es trascendental, Noruz es el primer día del calendario persa, etimológicamente proviene del avestaní (lenguaje usado en textos sagrados de la antigua Persia) que significa «nuevo día» y esta relacionado con primitivas celebraciones agrícolas neopaganas de la fertilidad de la tierra y la luz del Sol. Gran parte de los países de medio oriente con influencia india o persa celebran esta fecha.
Ya sea en el hemisferio norte o en el sur, la llegada de la primavera se percibe con un poco de intuición y aunque el clima realmente ya es impredecible, año con año llega el despertar de la Tierra, las temperaturas se incrementan, las semillas empiezan a germinar y la fertilidad de las especies rebrota.
Es sin duda una fase donde la vida recobra todo su esplendor, una época para celebrar a la naturaleza que nos rodea, para conectarnos con la Fuente mientras caminamos por un bosque o una playa y contemplamos como el cielo, las plantas y los animales reaccionan al momento divino del eterno ciclo de esto que llamamos vida.