El dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, acusó a Estados Unidos de «mala fe» en su reciente cumbre de Hanoi, Vietnam, y advirtió que la paz y la seguridad en la península coreana dependen por completo de la administración del magnate Donald Trump.
La Agencia Central de Noticias del régimen (KCNA, por sus siglas en inglés) difundió hoy la posición de Kim en su reunión con el presidente ruso Vladimir Putin, celebrada en la ciudad rusa de Vladivostok y que terminó este viernes con el regreso del líder norcoreano a su país.
La situación en la península coreana se encuentra sin avances, estancada tras llegar a un punto crítico, dijo Kim Jong-un retomado por KCNA en un despacho difundido de manera amplia por la prensa surcoreana.
La reunión con el mandatario ruso es vista como una forma de llevar a la mesa de negociaciones a Putin, pero también de complicar las negociaciones con Washington, explicó Kim Seung-chae, académico de la Universidad de Corea en Seúl.
El líder norcoreano quiere indicar al magnate Donald Trump que está dispuesto a recibir ayuda económica de Rusia, indicó por su parte una fuente diplomática al Korea Times.
Para avanzar en el cese de sus programas de misiles balísticos intercontinentales y de armas nucleares, Pyongyang pide que Washington cese las sanciones económicas que le ha impuesto.
Trump, en la cumbre de Hanoi, la segunda en menos de un año con Kim, pidió acciones concretas de parte del líder norcoreano antes de suavizarlas, pero sin que hubiera acuerdo.
Por su parte en el análisis de la cumbre Putin-Kim, la agencia surcoreana Yonhap subrayó que faltó un apoyo explícito del mandatario ruso al líder norcoreano a pesar de su llamado a una solución pacífica de las diferencias sobre los programas norcoreano.
No hubo una declaración pública rusa de apoyo a la formula norcoreana de desnuclearización, señalo Park Won-gon, profesor de política internacional en la Universidad Global Handong.