La intención del presidente Andrés Manuel López Obrador de hacer del Tren Maya la obra de infraestructura de su sexenio es loable y es más debería ser apoyada por buena parte de la opinión pública.

Yo escribo estas líneas sin ser lopezobradorista pero sí convencida de la necesidad de que el país azteca avance a favor de lograr una mejor vertebración en sus vías de comunicación.

¿Cuántos años más deberá esperarse? Mientras cunden voces críticas en contra del proyecto, muchas de éstas provienen de expresidentes que no fueron capaces de invertir durante sus respectivos gobiernos en materia de infraestructura ferroviaria.

Recuerdo que en su momento lo intentaron, a manera de rondar la idea y de hacer números, dos mandatarios panistas, primero Vicente Fox y después Felipe Calderón.

Se hablaba del tren del Bajío que quedó desechado porque la cantidad de ceros rebasaba su presupuesto y la inversión no tenía indicios de rápida recuperación… sus costos implicarían un precio de billete elevado lo que de entrada descartaría su masificación en un país con más de la mitad de la población en pobreza y con problemas de ingreso.

López Obrador, como tabasqueño, conoce bien la zona sur-sureste del país, su orografía, su potencial turístico y los desafíos poblacionales; me atrevo a decir que es el político que más conoce la geografía patria… se la ha pateado de cabo a rabo.

El Tren Maya pasará por cinco entidades: Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo; por la forma en que está configurado entrará por una buena cantidad de sitios culturales y zonas arqueológicas.

Su costo estimado, de entre 120 a 150 mil millones de pesos, tiene una capacidad de retorno real debido a que toca la zona turística más visitada de México por el turismo internacional: Cancún.

Cancún es hoy por hoy la joya de la corona, de acuerdo con información de la Secretaría de Turismo, el año pasado visitaron el caribe mexicano un total de 14 millones 279 mil turistas.

Los visitantes, tanto nacionales como internacionales, que eligen las paradisiacas playas cristalinas azul-turquesa para descansar también aprovechan su tiempo para visitar los sitios turísticos aledaños desde Chichén Itzá inclusive Mérida, Valladolid e Izamal.

A muchos les limita aprovechar más el tiempo dado que dependen de la carretera y de los autobuses o bien de un avión para llegar a las capitales de los estados del sureste y después emprender el viaje por carretera hacia las zonas de interés.

Con el Tren Maya estas limitaciones de desplazamiento ahorrarán tiempo y además ofrecerán al viajero otra de las condiciones importantes cuando se habla de México en el extranjero: seguridad.

Sí buena parte de los asaltos y secuestros suceden en las carreteras, por supuesto que está publicidad negativa llega al extranjero y eso frena demasiado al viajero.

A COLACIÓN

Con el tren uniendo esos puntos turísticos en la cartografía azteca se facilitará la comunicación, se dará mayor seguridad y mucho se anticipa que detonará los negocios en las zonas en cuanto a servicios ofrecidos para los visitantes.

El Tren Maya debió llegar hace treinta años a México, ya va tarde pero por fin habrá alguien que decide apostar por esta idea; es más debería haber muchos más trenes que conecten el país.

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales.