Dolor, ardor al orinar, calambres en la parte inferior del abdomen o en la espalda, fiebre y ganas de orinar recurrentemente son los principales síntomas de las infecciones urinarias; un padecimiento en el que las mujeres son más vulnerables debido a su anatomía.
En entrevista, el Jefe de la División de Uroginecología de Sao Paulo, Jorge Milhem Haddad, revela que 50% de las mujeres padecerán, por lo menos una vez en su vida, una infección urinaria y 25% de ellas sufrirán de episodios recurrentes (de dos a tres veces por cada seis meses).
En el caso de los hombres esta cifra se iguala a partir de los 60 a 65 años debido a que empiezan a presentar problemas con su próstata.
¿Qué detona este padecimiento?
Las infecciones urinarias se presentan con mayor frecuencia en mujeres que comienzan su vida sexual y tienen una actividad íntima regular. Sin embargo, de acuerdo con el experto Milhem Haddad hay hábitos sexuales que pueden aumentar la posibilidad de una infección.
- Se potencializa por el uso de lubricantes.
- Utilizar el diafragma como método anticonceptivo.
- Tener relaciones sexuales durante la menstruación.
- Uso de cremas con espermaticidas.
Más allá de la creencia de que se debe suspender las relaciones sexuales al tener una infección urinaria, Haddad indica que no es necesario. La paciente solo debe consumir un antibiótico después de la actividad intima como parte del mismo tratamiento.
Solo el cambio de algunos hábitos te permitirá evitar la aparición de este problema. El experto te presenta algunos consejos que te ayudarán a conseguirlo:
- Orina antes y después del acto sexual. Esto mantendrá el canal de tu uretra limpio.
- Evita el uso constante de toallas higiénicas.
- Bebe dos litros de agua al día.
- No te aguantes las ganas de ir al baño.
- Evita el consumo de condimentos y alimentos ácidos como la naranja o toronja.
Algo que debes tomar en cuenta, indica el doctor Milhem Haddad, es que una infección urinaria solo se debe tratar cuando se presentan síntomas. Si es asintomática lo único que se consigue es fortalecer la bacteria que provoca el daño; sin embargo, en casos de mujeres embarazadas y diabéticas se hace una excepción.