Li Peng, un exprimer ministro chino de línea dura más conocido por anunciar una ley marcial durante las protestas prodemocráticas en la Plaza de Tiananmen en 1989, falleció a los 90 años.
La agencia oficial de noticias Xinhua dijo hoy que Li murió ayer lunes de una enfermedad no especificada.
Li, una figura cautelosa y poco inspiradora, fue un agudo luchador político que pasó dos décadas en la cúspide del poder antes de retirarse en 2002. Dejó un legado de amplio crecimiento económico, pero también de controles políticos autoritarios.
Él supervisó el resurgimiento de China desde el aislamiento posterior a Tiananmen hasta lograr que el país alcanzara una fuerte influencia diplomática y económica mundial, un acontecimiento que él defendió en declaraciones públicas a menudo nacionalistas.
“Al librarse de la intimidación, la humillación y la opresión imperialista, el pueblo chino, que ha sido víctima de calamidades, se ha levantado desde entonces”, dijo Li Peng en un discurso pronunciado en 1995 con motivo del aniversario de la revolución de 1949 que llevó al poder al Partido Comunista al poder.
Uno de los mayores legados de Li probablemente se relaciona con la gigantesca presa de las Tres Gargantas en el río Yangtze, un proyecto de 22 mil millones de dólares que obligó a 1.3 millones de personas a abandonar sus hogares, que acabaron sumergidos por su enorme embalse.
Li Peng renunció como primer ministro en 1998 y se volvió presidente del Parlamento: el Congreso Nacional Popular. En 2002 se retiró del Comité Permanente del partido, formado por siete miembros, como parte de un traspaso de poder -planificado desde tiempo atrás- a una generación más joven de líderes, encabezados por Hu Jintao.
En sus últimos años, Li rara vez apareció en público, y por lo general sólo se le veía en reuniones oficiales destinadas a mostrar unidad, como el octagésimo aniversario de la fundación del Ejército Popular de Liberación en 2007.
Aunque se dice que inspiró lealtad entre sus subordinados, Li Peng fue uno de los pocos líderes que causó una verdadera aversión entre las masas de la nación.