La tropa policial en las tres ciudades más importantes de Bolivia se replegó a sus cuarteles y en dos de ellas se amotinaron en abierto desafío al gobierno de Evo Morales, que denunció un “golpe de Estado en proceso” y ha llamado a la comunidad internacional a “preservar el orden constitucional” tras más de dos semanas de protestas contra los resultados de las elecciones presidenciales.
El motín policial, que comenzó el viernes en Cochabamba y Santa Cruz, se replicó este sábado en La Paz con un repliegue de la tropa policial y el abandono de la custodia de los exteriores del palacio presidencial, elevando la tensión en la nación andina.
Desde los comicios del 20 de octubre, el país vive en convulsión social con multitudinarias marchas y manifestaciones callejeras en contra y a favor del mandatario que aún mantiene un importante apoyo sobre todo en sectores rurales indígenas y en barriadas.
“La policía no se debe a ningún partido político, por eso se suma a la lucha del pueblo”, dijo un policía con el rostro cubierto al leer un manifestó frente a la casa de gobierno, en la que no se encontraba Morales.
La víspera, el ministro de Defensa de Bolivia, Javier Zabaleta, anunció que se dio la orden para que los militares salgan a las calles, luego de que las ciudades quedaran sin patrullaje policial. No se reportó de momento desmanes, ni saqueos, sino marchas pacíficas en esas ciudades.
“Estamos movilizados por 17 días, hasta ahora hemos mirado de palco (el conflicto social), no queremos ser indiferentes, la policía se suma a su pueblo”, señaló un policía tras la marcha de sus camaradas hasta la plaza principal de Santa Cruz, mientras cientos de ciudadanos y activistas los ovacionaban.
No obstante, en una carretera en las afueras de La Paz, seguidores de Morales interceptaron y atacaron a opositores que llegaban en carava para sumarse a las protestas opositoras. Canales de televisión mostraron heridos. Policías llegaron al lugar para intervenir.
La crisis política derivada de las polémicas elecciones del 20 de octubre, en las que Morales se declaró ganador en medio de señalamientos de fraude, detonó protestas en todo el país. El motín policial, que se extendía a varias regiones, ha venido a complicar la situación del gobierno.
Los accesos al palacio presidencial estaban cerrados por un fuerte cerco policial desde que estalló la crisis y fueron escenario de choques cotidianos con opositores, pero hoy sábado a pesar de la ausencia de los agentes, manifestantes custodiaban los alrededores de la casa de gobierno para evitar desbordes y una eventual salida de los militares a las calles.
Desde que estalló la crisis tras los comicios, tres opositores han muerto en violentos enfrentamientos callejeros con seguidores del mandatario y más de cien resultaron heridos.
Los amotinados reclaman mejoras salariales, mejores condiciones de trabajo y la renuncia de su comandante. En uno de sus pedidos demandan “independencia política para no ser instrumento de ningún gobierno”.
Morales ya denunció un complot de los opositores para derrocarlo desde que comenzaron las protestas tras los polémicos comicios. El mandatario dijo ayer viernes que no renunciará como piden los opositores movilizados.
Los opositores lo acusan de alentar la confrontación al llamar a sus bases a defender los resultados de los comicios en las calles.
Por su parte, el expresidente de Bolivia, Carlos Mesa, segundo en los comicios según en los cómputos, rechazó las acusaciones de golpe de Estado y dijo que el gobierno “está dando la espalda a una solución pacífica que está en sus manos. Es el gobierno que está condenando y está arrastrando al país a una salida desastrosa”.