Gran Bretaña abandona oficialmente la Unión Europea (UE) este viernes tras una debilitante batalla política que ha causado profundas divisiones y planteado un futuro incierto al Reino Unido.

Los papeles del divorcio todavía no están terminados y quedan por delante nuevas negociaciones para decidir los términos de la separación.

Aquí un repaso de la tortuosa campaña a favor del Brexit, como se llamó a la salida británica del bloque europeo.

Después de una modesta negociación con la UE, el primer ministro David Cameron fijó para el 23 de junio del 2016 un referendo sobre la permanencia o no de Gran Bretaña en ese bloque. Él estaba a favor de la permanencia, pero dio a sus ministros el derecho a apoyar la salida y muchos lo hicieron.

Si bien la separación recibió el apoyo de algunas figuras importantes, incluido el exalcalde de Londres Boris Johnson, la sensación predominante era que el electorado votaría a favor de la permanencia.

Se especulaba que a último momento la gente optaría por dejar las cosas como están, igual que sucedió en Escocia dos años antes, cuando los escoceses apoyaron por un margen de diez puntos seguir siendo parte del Reino Unido en un referendo. Y abundaron los pronósticos de una recesión inminente si Gran Bretaña se iba de la UE.

Pero la propuesta de un divorcio, acompañada por la consigna “hay que recuperar el control” del país, ganaba fuerza y asomaba como la favorita en las encuestas.

La promesa de más dinero para los servicios médicos, por otro lado, ilusionó a mucha gente cansada de años de austeridad. También tuvieron mucho eco las propuestas tendientes a contener la inmigración en momentos en que Europa lidiaba con una cantidad sin precedentes de migrantes, provenientes sobre todo de Siria, un país en guerra.

Brexit no generaría problema alguno, decían figuras como el hoy primer ministro Johnson.

La campaña fue sacudida una semana antes del referendo por la muerte del parlamentario laborista Jo Cox, uno de los principales promotores de la permanencia, asesinado por un extremista de derecha. Se pensó que el asesinato les sumaría votos a los defensores del status quo.

La certeza de una victoria de la permanencia en el bloque era tal que los apostadores pagaban 10 por 1 si ganaban los separatistas.

Al comenzar a llegar los resultados del interior la noche de la votación, se hizo evidente que se estaba registrando un fenómeno inesperado. Si bien en Escocia, Londres y la mayoría de las las ciudades grandes se votaba a favor de la permanencia, a menudo por grandes márgenes, importantes sectores del país apoyaron la partida.

La libra se desvalorizó un 15% al confirmarse la victoria separatista el 24 de junio y David Cameron anunció su renuncia poco después.

“Que el 23 de junio sea recordado como el día de nuestra independencia”, expresó el líder del Partido Independencia Nigel Farage.

Brexit había ganado. Pero todavía quedaba mucho por hacer.