La vertiginosa lucha por la candidatura demócrata a la presidencia de Estados Unidos alcanzará un punto crítico mientras millones de votantes, de Maine a California, acudan a las urnas en el llamado Supermartes.

El senador Bernie Sanders, que ha movilizado a los progresistas y jóvenes, aspira a distanciarse del resto de aspirantes, mientras que Joe Biden espera aprovechar un momento de inercia y consolidarse como abanderado del ala moderada del partido.

Las primarias en 14 estados son también la primera prueba para el multimillonario Mike Bloomberg tras su enorme inversión en propaganda. Bloomberg no se presentó en los cuatro primeros estados, apostando a que 500 millones de dólares en publicidad y campaña sobre el terreno le situaran entre los favoritos.

El paisaje ha cambiado mucho en los últimos tres días, tras una sólida victoria de Biden en Carolina del Sur que el exvicepresidente ha aprovechado para recabar apoyos en la estructura tradicional del partido. Amy Klobuchar y Pete Buttigieg pusieron fin a sus campañas de forma repentina y apoyaron a Biden. Otro antiguo competidor, el exrepresentante de Texas Beto O’Rourke, apoyó de forma pública a Biden, al igual que un gran número de alcaldes, legisladores y donantes.

El panorama ha cambiado justo antes de un punto de inflexión en las accidentadas primarias demócratas, en las que el partido no ha logrado unificarse con un solo mensaje o mensajero en su urgente campaña por derrotar al presidente. Sin embargo, un proceso que llegó a ofrecer más de dos docenas de aspirantes se ha reducido a apenas cinco, y las opciones de los votantes quedan más claras.

A un lado está Biden, un político de carrera de 77 años que aprovecha su nuevo impulso en una campaña que en ocasiones no ha logrado emocionar a los votantes con un mensaje que defiende una estrategia pragmática de gobierno y cambios modestos. En el otro extremo, Sanders, un socialista demócrata de 78 años que ha ganado o quedado segundo en cuatro primarias, y que cuenta con una enérgica coalición unida por su promesa de transformar los sistemas políticos y económicos del país.

Sin embargo, las primarias no son cosa de dos.

Bloomberg, en particular, podría competir con Biden entre los moderados. El exalcalde de Nueva York, que aparecerá en las papeletas por primera vez el martes, ha invertido una cantidad de dinero sin precedentes en su campaña y acumulado muchos apoyos de nombres conocidos.

Y la senadora de Massachusetts, Elizabeth Warren, que ha tenido problemas para conseguir delegados e impulso en el último mes, ha prometido seguir en la carrera hasta la convención nacional del partido en julio.

Para Biden, la oleada de nuevos apoyos no podría haber llegado en mejor momento.

Apenas dos días antes, una derrota en Carolina del Sur habría puesto fin a sus posibilidades. Pero 48 horas después de una victoria clara, el exvicepresidente se alzó en el escenario en el corazón de una de las joyas del Supermartes respaldado por tres antiguos rivales y una creciente colección de donantes, activistas y cargos electos.

Biden llega al Supermartes confiado en su capacidad de ganar en estados con una población similar a la de Carolina del Sur: los que tienen amplias comunidades moderadas blancas y afro-estadounidenses. Eso apunta a que podría imponerse en Alabama, Carolina del Norte, Arkansas, Tennessee y Virginia.

Sanders ha anunciado una victoria en California, el mayor premio de la noche. El estado, que como Texas reparte muchos delegados, le es favorable por sus numerosos grupos de blancos progresistas, amplias zonas urbanas con votantes jóvenes y comunidades latinas. Sanders también disfruta de ventajas evidentes en su estado natal de Vermont y en la vecina Massachusetts, donde aspira a un golpe demoledor contra su rival progresista, Warren, en el estado de la senadora.

Los estados en disputa en el Supermartes repartirán mil 344 delegados, en función de cómo terminen los aspirantes. Por el momento se han asignado apenas 155 delegados.