Miles de mujeres en todo México se quedaron en casa este lunes y faltaron al trabajo o la escuela para el Día sin mujeres, horas después de que una multitud sin precedentes llenara las calles en el Día Internacional de la Mujer para protestar contra la rampante violencia de género.
Las protestas consecutivas reflejan cómo se ha intensificado la lucha de las mexicanas contra la violencia y la impunidad en uno de los países más peligrosos del mundo para las mujeres. También las mujeres en Argentina y Chile, que celebraron huelgas en años anteriores, volverían a hacerlo el lunes.
“Lo que queremos provocar es que se vea cuando no estamos tampoco la ciudad circula”, dijo Viviana Méndez, abogada y madre, que planeaba participar en los paros. “Que se vea, que somos muchas. Que si nos están matando, qué van a hacer sin nosotras”.
La idea era hacer a las mujeres visibles por un día para que compañeros de trabajo, jefes, novios, esposos y en algunos casos, hijos, reflexionaran sobre las ausentes.
Según datos del gobierno, 3 mil 825 mujeres sufrieron muertes violentas el año pasado, un 7% más que en 2018. Eso supone unas 10 mujeres asesinadas en México cada día. Miles más han desaparecido sin dejar rastro en los últimos años. Las autoridades parecen incapaces de impedir o investigar adecuadamente los crímenes, muy pocos de los cuales terminan en condenas.
“En México es como si estuviéramos en un estado de guerra, estamos en una crisis humanitaria por la cantidad de mujeres desaparecidas y asesinadas”, dijo María de la Luz Estrada, coordinadora del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio.
El grupo de Facebook Un día sin mujeres tenía más de 320 mil miembros que debatían y se informaban entre ellas sobre las posibles consecuencias de no acudir a la oficina, el hospital o la escuela por un día.
Si la asistencia a la protesta del domingo en la Ciudad de México era un indicio del seguimiento, las calles se vieron más vacías el 9 de marzo. Las autoridades estimaron que 80 mil mujeres marcharon el domingo, con protestas menores en grandes zonas metropolitanas de todo el país.
La convocatoria creció en febrero después de dos asesinatos que conmocionaron a la capital mexicana: el de una joven que fue horriblemente desfigurada, al parecer por su novio y el de una niña de siete años secuestrada de su escuela.
En México, los grandes bancos, empresas de medios y firmas de abogados se sumaron a las convocatorias. La confederación de negocios Coparmex instó a sus más de 36 mil compañías socias en todo el país a participar, pese a estimar que la huelga supondría pérdidas de cientos de miles de dólares.
Algunas escuelas privadas cancelaron servicios de autobús dependientes de cuidadoras que acompañaban a los niños hasta las puertas de sus casas, mientras que otras reclutaron a padres de los alumnos para dar clase en ausencia de las maestras.
Parecía que escuelas y hospitales públicos, muy dependientes de las trabajadoras, abrirían aunque fuera con menos personal.
El paro laboral comenzaba al día siguiente de que decenas de miles de mujeres vestidas de morado tomaran las calles de la Ciudad de México para protestar por la violencia de género. Algunas manifestantes pintaron mensajes como México asesina mujeres en los monumentos, reventaron ventanas e iniciaron hogueras. La mayoría marchó de forma pacífica.
Los asesinatos de mujeres en México suelen verse acompañados de violencia sexual y una gran brutalidad. A algunas mujeres les prenden fuego. Otras son mutiladas.
Las mujeres mexicanas no estarán solas en su huelga.
Las organizadoras esperaban conseguir una gran participación en la marcha por la capital argentina, Buenos Aires, mientras que en Chile se convocó una huelga feminista nacional.