Veintisiete mil indígenas ecuatorianos continúan sin agua potable y presentan graves problemas de salud asociados a la contaminación por un derrame petrolero en la Amazonia en abril, sin que las autoridades -se quejan- hayan adoptado hasta ahora medidas de protección.

Así lo denunciaron este lunes un grupo de organizaciones indígenas y por los derechos humanos que interpusieron ante la justicia una demanda contra el Estado para que se garanticen los derechos de los pueblos y comunidades afectadas, y que aún no han escuchado de ella.

«Setenta y cinco días después de ocurrido el derrame de OCP y EP Petroecuador, ni las empresas, ni los ministerios, ni el Sistema de Justicia atienden y protegen a las víctimas«, denunciaron las organizaciones Confeniae, Fcunae e Inredh, entre otras.

Y agregaron que la situación de las comunidades afectadas «no solo es alarmante, sino crítica, especialmente en la salud de niñas y niños».

«Varios presentan manchas, sarpullido o laceraciones en el cuerpo, que aparecieron semanas después de la contaminación de las aguas de los ríos«, aseguran.

«Estos efectos agudos generados por el derrame y la pandemia, son visibles en al menos el 70% de las comunidades impactadas por las sustancias contaminantes de los combustibles«.

El derrame contaminó ríos

El derrame se produjo el pasado 7 de abril cuando un corrimiento de tierras en zona volcánica produjo el desplome de tres tuberías que conducían petróleo desde la Amazonia hasta la costa.

Según las organizaciones, desde entonces las comunidades afectadas siguen utilizando agua del río para alimentación, labores de limpieza y aseo personal, por falta de alternativas.

«El agua del río sigue contaminada y las comunidades la siguen consumiendo, debido a la falta de otro medio. El agua segura que llegó a las comunidades enfermó a algunos habitantes«, aseguró en rueda de prensa Carlos Jipa, presidente de la Federación de Comunas Unión de Nativos de la Amazonia Ecuatoriana (Fcunae).

El derrame, de 15 mil 800 barriles de petróleo, causó la contaminación de los ríos Coca y Napo, lo que además impidió la pesca y obligó a los pobladores a salir a ciudades cercanas a proveerse, pese a los riesgos por la propagación del coronavirus SARS-CoV-2.

Tampoco, dicen, fue apropiada la ayuda de las empresas y de las autoridades, porque los kits de alimentación que les entregaron eran culturalmente inapropiados e insuficientes.

Daniela Almeida, directora del área de petróleo de Acción Ecológica, calificó el derrame como el más grave de los últimos 15 años y afirmó que afecta a más de 2 mil familias comprometiendo el acceso al agua y alimentación.

A raíz de esa situación, dirigentes comunitarios, con el apoyo de ONG, interpusieron una acción de protección para exigir la intervención de las autoridades, y que los Ministerios de Energía y Medio Ambiente, así como la estatal Petroecuador y la privada OCP, ofrezcan ayuda adecuada y reparen los daños ambientales.