Las relaciones de Estados Unidos y China entraron en una fase de nuevas tensiones con el fin del plazo para que Pekín clausure hoy su consulado en Houston, Texas, en respuesta a las acusaciones de espionaje industrial de Washington, que no escatima en trazar paralelismos con una nueva «Guerra Fría«, y las represalias del gigante asiático, que ha ordenado el cierre de la misión consular estadounidense en Chengdu.

Empleados del consulado chino en Houston comenzaron esta mañana a cargar material de la oficina consular en un camión y varias furgonetas apostadas frente al predio diplomático, en el que aún ondeaba la bandera china.

El cónsul general de China en Houston, Cai Wei, aseguró en una entrevista este jueves con Político que el consulado permanecería abierto hasta nuevo aviso, ya que Pekín cree que la demanda de Washington contraviene la convención de Viena sobre servicios consulares.

No obstante, el nuevo capítulo de tensiones entre China y Estados Unidos está en plena marcha con el anuncio hoy de que Pekín ha ordenado el cierre del consulado estadounidense en Chengdu, Sichuan, como medida de reciprocidad.

El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Ullyot, pidió este viernes a Pekín que no tome «represalias y en su lugar cese las acciones malignas» que han llevado al cierre del consulado chino.

Estados Unidos argumenta que la orden de cierre está motivada porque desde allí se orquestaban actividades de espionaje industrial y se había llevado a cabo fraude con visados.

Un funcionario de inteligencia de Estados Unidos indicó que el número de casos por robo de propiedad intelectual y secretos contra el país norteamericano tiene su origen mayoritariamente en China y era «un problema al que teníamos que responder«.

«Houston es una demostración firme de que vamos en serio«, indicó el funcionario estadounidense en una llamada con periodistas.

La gota que colmó el vaso para la administración del magnate Donald Trump fue la imputación, hecha pública esta semana, de dos hackers chinos que supuestamente intentaron infiltrarse en los sistemas informáticos de dos empresas que trabajan en el desarrollo de una vacuna contra el covid-19.

Según los detalles presentados por el Departamento de Justicia, esas empresas estaban establecidas en Massachusetts y Maryland, por lo que podría tratarse de las biotecnológicas Novavax y Moderna, ambas participantes en la Operación Warp Speed para inmunizar a los estadounidenses contra la pandemia en tiempo récord.