Hace 30 años, las tropas iraquíes invadieron Kuwait y desataron la guerra del Golfo, con la que Washington inició la operación de acoso y derribo de Sadam Husein, cuya posterior caida, en 2003, dio un vuelco al juego de equilibrios en Oriente Medio; Irak ya no es considerado en la actualidad una amenaza para Israel pero sí un vecino incómodo por su cercanía a Irán.
DE ENEMIGO A AMIGO INCÓMODO
El investigador iraquí Fanar Haddad, del Centro de Oriente Medio de London School of Economics and Political Science, explica que para Bagdad no ha sido fácil recuperar su posición internacional desde 1990, cuando el entonces presidente Sadam Husein decidió anexionarse Kuwait para controlar sus recursos petrolíferos.
Primero fue aislado como un Estado paria entre 1990 y 2003. Después de 2003 siguió aislado porque los actores regionales no aceptaron los cambios políticos» que siguieron al desmantelamiento del régimen de Husein tras la invasión estadounidense de Irak.
El ascenso de los chiíes y la expansión de la influencia iraní en Irak hizo que sus vecinos pensaran que Irak se había perdido» y salido de la esfera suní, explica Haddad.
El experto considera que desde entonces Irak maneja un «inevitable equilibrio» entre Teherán y sus adversarios (los países árabes suníes del golfo Pérsico).