De origen argentino, con profundas raíces en toda Latinoamérica, Carlos Alberto Converso Prato se convirtió en un contador de cuentos que pretende ser poeta, creador de «vida» y, sobre todo, en un referente del teatro mexicano de títeres.

Acompañado regularmente por el Oso que no lo era, El Furris y El Feo, sus muñecos preferidos, el dramaturgo, actor y director de teatro es considerado aquel que sembró las semillas para la revalorización del arte de los títeres.

Mis creaciones son un intento de poetizar un mundo que está vinculado con el humano para parecer como una ficción enriquecida», afirmó en una entrevista con Efe el artista, quien se nacionalizó mexicano en 1983.

A sus 72 años, el hombre aún conserva el típico acento rioplatense, adquirido en su natal San Francisco, en la provincia de Córdoba, aunque tiene también raíces en Venezuela, Colombia y Ecuador.

En sus años mozos, recorrió Latinoamérica de la mano de las compañías Teatro Estudio de Córdoba y Teatro Triángulo con aquella idea de justicia de la izquierda revolucionaria a través del teatro, en espacios culturales independientes y en la propia calle.

Estábamos convencidos que había que hacer teatro revolucionario que cambiara la conciencia de las personas» rememora el hijo de un pastelero y de una ama de casa, a quien antes el teatro le parecía un ambiente con demasiado glamur y poses.