Los pueblos indígenas en aislamiento de la Amazonía y el Gran Chaco, en Sudamérica, han visto empeorar en los últimos años sus condiciones de vida a causa de los devastadores incendios que arrasan los bosques de la región, su principal sustento alimentario y su territorio físico.

Las perspectivas no son mejores para este 2020 ni para los años futuros en esas comunidades de Bolivia, Brasil y Paraguay, como concluyó en su informe el Grupo de Trabajo Internacional sobre los Pueblos Indígenas en Situación de Aislamiento y Contacto Inicial en la Amazonía y el Gran Chaco (GTI PIACI).

El GTI, tras estudiar la situación de 99 territorios indígenas de esos tres países en los que existen registros de pueblos en aislamiento, constató el impacto de las quemas en esas comunidades que por distintos motivos decidieron no establecer contacto con sus poblaciones cercanas.

Sin embargo, la progresiva desaparición de su territorio les está obligando a desplazarse y comunicarse con otros pueblos, con el consiguiente riesgo de contagio de enfermedades, agravado este año con la pandemia del coronavirus.

Así lo aseguró este miércoles el autor principal del informe y consultor de la organización Land is Life, Antenor Vaz, durante la presentación, con datos de 2019, a través de Zoom.

«Los incendios, la deforestación y el COVID-19 nos están alertando a la comunidad internacional de que tenemos un inminente genocidio (de los pueblos indígenas en aislamiento) en la región», aseguró Vaz.

El experto recordó que en la mayoría de los casos los incendios «no nacen de la nada» y esconden detrás la mano humana con fines relacionados con el negocio agroextractivista.

En apenas un año, de 2018 a 2019, los tres países detectaron un aumento de los puntos de calor en los 99 territorios indígenas analizados para el informe.

En el caso de Brasil, el incremento fue del 259 %, seguido de un 258 % en Bolivia y un 185 % en Paraguay.

Sin embargo, el porcentaje se acentúa al estudiar las 32 áreas protegidas con presencia de pueblos indígenas en aislamiento.

Paraguay registró un aumento del 44.150 % en sus focos de calor de 2018 a 2019; Bolivia, un 744 %; y Brasil del 347 %, según los datos del informe.

Vaz subrayó que los incendios no solo amenazan la forma de vida de las comunidades indígenas sino de la población en general, basado en «muchos estudios que han comprobado la relación que existe entre las enfermedades que pasan de animales a humanos por la deforestación».

El autor de la parte boliviana del informe, Adamo Diego, representante del pueblo Takana, recordó que Bolivia «reconoce los derechos de los pueblos indígenas en su Constitución, aunque eso no impide el aumento de la deforestación.

Diego aludió al incremento de los focos de calor del año 2019 en comparación con el anterior y señaló que después «se traducen en quemas».

En concreto, se refirió al área de conservación de Ñembi Guasu, donde fueron «devoradas por incendios 400.000 hectáreas por hora» en 2019.

Diego recordó que los pueblos indígenas en aislamiento «son nómadas en excelencia», dedicados a la caza, la pesca y la recolección, de ahí la importancia de proteger «el bosque y sus recursos».

Por eso, insistió en que «es imperativo no dar el paso» del ecocidio al genocidio de estos pueblos.

Además llamó al Gobierno boliviano a trabajar con las organizaciones de base y continuar su esfuerzo, y establecer cordones sanitarios ante la vulnerabilidad del sistema inmunológico de los pueblos indígenas en aislamiento.

Al líder indígena Klever Karipuna, del estado amazónico de Amapá en Brasil y representante de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña (COIAB), le preocupó la evolución de los incendios en su país en lo que va de año.

«Estamos casi terminando agosto y estamos pasando la mitad de los puntos de calor activos en 2019. Tenemos la triste posibilidad de ultrapasar y quebrar el récord de 2019», lamentó durante su intervención.

Karipuna responsabilizó al Gobierno de su país de «no estar ayudando» a evitar los incendios y de estar apoyando las «actividades ilegales en la Amazonía».

«Las tierras devastadas tienen presencia de pueblos indígenas en aislamiento», recordó.

En representación de Paraguay intervino Miguel Ángel Alarcón, director de la Iniciativa Amotocodie, quien también responsabilizó al Estado de olvidar «políticas que atiendan» la realidad de estos pueblos, y citó en concreto a los ayoreos.

«Existen, por lo menos, ocho grupos de ayoreos en aislamiento en Paraguay y Bolivia», afirmó.

Alarcón recordó que las quemas para la preparación de cultivos son «prácticas ancestrales de los pueblos indígenas», pero estas no tienen nada que ver con los incendios provocados con otros fines.

Y coincidió en que los focos de calor aumentaron en el 2019 y se prevé una tendencia similar para este año, en una zona del país, el Chaco, donde «cualquier foco de incendio representa una quema de gran impacto».

«Por las características del Chaco y el cambio en el clima, el fuego representa una amenaza ecocida y genocida», apuntó.

Su recomendación para recuperar las hectáreas perdidas fue la misma que la de los ayoreos, «declarar una pausa ambiental» y «darle a la propia naturaleza la oportunidad de que se reponga con su fuerza y con su tiempo».