El humo de los incendios forestales que asuelan California, Oregón y Washington, en Estados Unidos, está causando que la calidad del aire en ciudades canadienses como Vancouver se haya situado en los últimos días entre las peores del mundo.
La situación se deterioró tanto durante el fin de semana, que el sindicato de profesores de la provincia canadiense de Columbia Británica, en la costa del Pacífico, reclamó el cierre de las escuelas hasta que mejore.
«La combinación de la pandemia de COVID-19 y la extrema mala calidad del aire es una causa de profunda preocupación. Los profesores y estudiantes no deberían estar en clases abarrotadas sin ventilación o aire fresco», señaló el sindicato de profesores de Columbia Británica en Twitter.
El Servicio Meteorológico de Canadá dijo que el humo de los incendios en Estados Unidos seguirá cubriendo dos terceras partes de Columbia Británica durante los próximos días y que la calidad del aire mejorará ligeramente el martes.
Pero sin lluvia en las predicciones, los meteorólogos advirtieron de que la situación solo mejorará de forma marginal.
El domingo, el índice de calidad del aire en la parte meridional de Columbia Británica, ubicada en la frontera con Estados Unidos, estaba en +10, lo que supone un «riesgo muy elevado» con concentración de pequeñas partículas de hasta cerca de 500 microgramos.
El problema no se limita a Columbia Británica, porque el humo originado por los incendios forestales se está extendiendo por grandes áreas del país e incluso se detecta en la ciudad de Toronto, a más de 4.000 kilómetros al este de Vancouver.
En la provincia de Alberta, al este de Columbia Británica, las autoridades han tenido que emitir alertas por el empeoramiento de la calidad del aire.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aterrizó este lunes en California, donde se reunirá con equipos de emergencias para que le informen de la última hora de los múltiples incendios que arden en ese estado, y pidió mejorar la gestión forestal a las autoridades locales.
Los bomberos trabajan en múltiples incendios a lo largo de la costa oeste de EE.UU. para tratar de evitar que los fuertes vientos previstos para las próximas horas descontrolen todavía más los fuegos, en los que ya han fallecido por lo menos una treintena de personas desde mediados de agosto y decenas de miles permanecen evacuadas.