Irak tiene millones de armas sin control en manos de tribus, milicias y ciudadanos corrientes, un reto para el primer ministro, Mustafa al Kazemi, que ha empezado una campaña para retirarlas de las calles tras décadas de conflictos armados.

A principios de septiembre, el Ejército, la Policía y los cuerpos especiales antiterroristas comenzaron una misión en el sur y en el centro del país para que las armas acaben en manos de las fuerzas regulares.

El objetivo es que «el Estado tenga la exclusividad de las armas, imponga la ley y persiga a quien intente perjudicar la seguridad y soberanía de Irak», explica a Efe el portavoz del comandante de las Fuerzas Armadas, Yehia Rasul.

«No hay ninguna zona de Irak» que no será inspeccionada para detectar «la presencia de armas o peligro que amenaza el país».

EL FIN DE SADAM HUSEIN, EL INICIO DEL PROBLEMA

Las armas se descontrolaron tras «la disolución del Ejercito iraquí y la caída del régimen de Sadam Husein», derrocado por la invasión estadounidense en 2003, afirma el portavoz.

Rasul no ofreció una estimación de cuántas armas escapan al control estatal, pero el reconocido experto en seguridad y terrorismo Fadhil Abu Ragh asegura que se baraja una cifra no oficial de 40 millones, con una media de 3 o 4 por cada familia.

Según Ragh, conocedor de los grupos extremistas que actúan en Irak, las armas se expandieron en tres etapas consecutivas.

«La primera fase siguió a la caída del régimen de Sadam, que dejó más de 8 millones de armas en casas de ciudadanos y entre los miembros del disuelto partido Al Baaz y sus seguidores», quienes, según el analista, fueron armados por el exdictador iraquí.

Posteriormente, aparecieron grupos extremistas como Al Qaeda y el Estado Islámico (EI), lo que a partir de 2014 llevó a las autoridades a armar a los clanes y milicias progubernamentales para luchar contra los yihadistas.

A ello se suma la venta en el mercado negro y la compra legal en comercios registrados por el Estado, además de las miles de licencias para portar armas que han adquirido los ciudadanos.

TODOS ARMADOS

Hay grupos que tienen armas medianas y pesadas, sobre todo a partir de la caída de las ciudades del norte y el oeste de Irak en manos del EI, así como a través de las porosas fronteras y del mercado negro.

En Bagdad y otras ciudades, son las milicias y partidos políticos los que poseen las armas, mientras en Basora y el sur, de población mayoritariamente chií, los clanes tienen más armas que las propias fuerzas de seguridad, según Ragh.

La máxima autoridad religiosa chií de Irak, el ayatolá Ali al Sistani, le dijo recientemente a la representante de la ONU en Irak, Jeanine Hennis-Plasschaert, que el Gobierno debe seguir en su intento de «imponer la presencia del Estado y retirar las armas sin licencia» y no permitir que determinados grupos controlen zonas del país «por las armas».

Para el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Bagdad Ayman al Shemari, la expansión de las armas se debe a «la falta de estabilidad política» desde 2003.

El apoyo de las milicias y otros grupos armados «por motivos sectarios» contribuyó a la actual situación y las fuerzas políticas «no desconocen quiénes son las entidades armadas». Pero no pueden hacerles rendir cuentas, pues «la mayoría de los partidos gobernantes tienen facciones armadas».

UN INTENTO CON APOYO LIMITADO

Al Shemari destaca que el Gobierno de Al Kazemi no cuenta con una «voluntad política unificada» por no tener mayoría en el Parlamento y «está amenazado» por los bloques políticos de la Cámara, que tienen sus facciones armadas.

Aunque ha recibido públicamente el respaldo tanto del presidente, Barham Saleh, como del jefe del Parlamento, Mohamed al Halbusi, el intento llega precedido de proyectos similares fallidos.

Las autoridades han fracasado en someter a su control a algunas de las milicias más poderosas, un apoyo fundamental para las mal entrenadas y poco unificadas fuerzas regulares.

Es el caso de Multitud Popular, creada en 2014 después de que Al Sistani emitiera una fetua bendiciendo la lucha contra el EI de los combatientes chiíes.

Integrada por más de 50 grupos, mayoritariamente chiíes pero también algunos suníes, no tuvo un estatus legal hasta que en 2016 el Parlamento la integró en las Fuerzas Armadas, aunque con liderazgo autónomo.

Esta milicia rechazó recientemente estar detrás de los ataques contra las embajadas en Bagdad que han llevado a Estados Unidos a amenazar con cerrar su legación si no cesan estas acciones, lo que ha provocado la congoja del Gobierno iraquí.