Este año, en el Día Internacional de la Mujer Rural la atención se centra en la necesidad de construir la resiliencia de las mujeres rurales a raíz del covid-19, para el fortalecimiento de los medios de vida sostenible y el bienestar de las mujeres rurales.
Las mujeres rurales ya enfrentaban una batalla previa especifica en su vida diaria a pesar de sus roles claves en la agricultura, el suministro diario y la nutrición. Ahora están en desventaja en esta pandemia, pues les es menos probable tener acceso a los servicios de salud de calidad, medicamentos esenciales y vacunas.
Muchas de ellas sufren aislamiento y la falta de acceso a tecnología critica para mejorar su vida laboral y personal. La pandemia también ha aumentado la vulnerabilidad de los derechos de las mujeres rurales, las normas y prácticas discriminatorias de género impiden que las mujeres ejerzan los derechos sobre la tierra y la propiedad en la mayoría de los países y las viudas por covid-19 correr el riesgo de ser desheredadas.
Una cuarta parte de población mundial son mujeres rurales que trabajan como agricultoras, labran la tierra y plantan semillas que alimentan naciones enteras. Además, garantizan la seguridad alimentaria de sus poblaciones y ayudan a preparar a sus comunidades frente al cambio climático.
Como señala ONU mujeres, las campesinas sufren de manera desproporcionada múltiples aspectos de pobreza no disponen del mismo trato a la tierra, créditos a material agrícola, mercado o cadenas de productos que los hombres.
El 18 de diciembre del 2007, la Asamblea General de Naciones Unidas, designo el 15 de octubre como el Día Internacional de las Mujeres Rurales, en la cual reconoce “la función y contribución decisiva de la mujer rural, incluida la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola y rural”.