Setenta personas han muerto en Costa de Marfil en los enfrentamientos preelectorales desde que la oposición apelara a «la desobediencia civil» durante la campaña electoral de las presidenciales del próximo 31 de octubre, denunció este lunes el opositor Pascal Affi N’Guessan.
«Tras cruzar la información que tenemos a nivel nacional las cifras afianzadas hablan de 70 muertos, 211 heridos, 32 rifles y 300 machetes incautados», dijo en una rueda de prensa en Abiyán el líder del Frente Popular de Costa de Marfil (FPI) y portavoz de los candidatos de la oposición.
El pasado día 24, el Gobierno confirmó 16 muertes y 67 heridos tras tres días de choques interétnicos en Dabou, a uno 50 kilómetros al oeste de Abiyán; además del arresto de 52 personas.
«Exigimos la apertura de una investigación internacional sobre estos crímenes cometidos por (el presidente) Alassane Ouattara y sus milicias contra el pueblo de Costa de Marfil», añadió el portavoz de la oposición estimando que «el país está en peligro».
Según la oposición, el jefe de Estado «enfrenta a un grupo étnico contra otro y corre el riesgo de desencadenar una guerra civil».
La violencia preelectoral se desató el 16 de octubre en Bongouanou, localidad a unos 200 kilómetros al norte de Abiyán y bastión del opositor Affi N’Guessan, cuando los dos principales candidatos de la oposición llamaron a «un boicot activo por todos los medios legales» a los comicios.
El expresidente Henry Konan Bédié (1993-1999), candidato del Partido Democrático de Costa de Marfil (PDCI, primera formación de oposición, y el ex primer ministro Pascal Affi N’Guessan, del FPI (segunda), hicieron ese llamamiento al rechazar la candidatura de Ouattara, que tildaron de «golpe de Estado».
En el poder desde 2010, Ouattara se postula para un controvertido tercer mandato debido a que según el artículo 55 de la Constitución, «el Presidente de la República es elegido para cinco años por sufragio universal directo» y «solo puede ser reelegido una vez».
Ouattara fue reelegido en 2015 pero, tras una reforma constitucional de 2016, tanto él como sus adeptos consideran que su primer mandato no debe tenerse en cuenta.
Desde agosto, el país vive sumido en una crisis preelectoral con espirales de violencia mortales que recuerdan a la crisis postelectoral de 2010-2011, nacida de la negativa del presidente Laurent Gbagbo a aceptar su derrota electoral frente a Ouattara.
La discrepancia de resultados y la declaración de ambos como vencedores inflamaron los disturbios en las calles, con un saldo total de unos 3.000 fallecidos en tan solo cinco meses.