Al menos 54 personas murieron este domingo en Etiopía en un ataque que las autoridades atribuyeron al grupo armado Ejército de Liberación Oromo (OLA, en sus siglas en inglés), informó hoy Amnistía Internacional (AI).

El ataque ocurrió en la zona de Wollega, en la región de Oromía, hogar del mayor grupo étnico del país, los oromos, y donde se encuentra Adís Abeba.

«Este ataque sin sentido es el último de una serie de asesinatos en el país en los que miembros de minorías étnicas han sido atacados deliberadamente», dijo el director regional de AI para África Oriental y Meridional, Deprose Muchena, que basó la cifra de muertos en testimonios recopilados de los supervivientes.

Anteriormente la Comisión Etíope de Derechos Humanos (EHRC) había cifrado las víctimas mortales en al menos 32.

«Las cifras oficiales hablan de un número de muertos de 32 civiles, pero pruebas preliminares obtenidas por la EHRC indican que es muy probable que el número exceda esa cifra», afirmó la Comisión en un comunicado, en el que condenó la «masacre».

De acuerdo con esta institución independiente defensora de los derechos humanos, unos 60 atacantes arremetieron contra residentes de la etnia amhara que vivían en tres distritos de Wollega y a quienes sacaron de sus casas para matarlos en una escuela, tras la retirada en esas áreas del Ejército federal.

Según Amnistía, la mayoría de los fallecidos son mujeres, niños y ancianos que no pudieron huir.

«Ningún agravio puede justificar semejante brutalidad y los responsables debería rendir cuentas», subrayó Daniel Bekele, comisionado jefe de la EHRC, que exigió al Gobierno federal que abra una «investigación independiente» y explique los motivos del repliegue de los militares en una zona vulnerables a ataques.

Para Muchena, «el hecho de que este horrendo suceso ocurriera poco después de que las tropas gubernamentales se retiraran abruptamente de la zona en circunstancias inexplicables plantea preguntas que deben ser respondidas».

El primer ministro etíope, el oromo Abiy Ahmed, reprobó el ataque de los «enemigos de Etiopía», que están utilizando «sus máximos esfuerzos para gobernar el país o arruinarlo. Uno de sus objetivos es llevar la desesperación a nuestra gente».

«La situación no nos desviará de nuestro objetivo. No perderemos la esperanza. No nos retiraremos», enfatizó Ahmed, ganador del Premio Nobel de la Paz de 2019, en una declaración oficial.

El Ejército de Liberación Oromo es una escisión del Frente de Liberación Oromo (OLF) después de que este partido -partidario de la autodeterminación del pueblo oromo, marginado tradicionalmente- dejara las armas para volver al país y ejercer la política a invitación de Abiy en 2018, cuando llegó a la jefatura del Gobierno.

Desde entonces, el grupo rebelde usa Oromía como base de sus operaciones.

Abiy, de 44 años, ha impulsado importantes reformas en Etiopía, segundo país más poblado de África, entre las que figura la amnistía a miles de presos políticos, la legalización de partidos opositores y el compromiso de celebrar elecciones.

Pero el mandatario también ha encajado críticas por no solucionar algunos problemas de raíz, como la falta de federalismo y las tensiones étnicas que han ocasionado olas de violencia y han hecho de Etiopía uno de los países con más desplazados del mundo.