El complicado papel que España ha jugado históricamente en el conflicto por el Sahara Occidental, territorio español hasta 1976, se ha tensado aún más tras el espaldarazo del presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, a Marruecos en ese litigio norteafricano, una decisión «unilateral» que ha sacudido las relaciones entre vecinos.

El pasado jueves, Trump reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental tras el establecimiento de relaciones entre Rabat e Israel, y poco después el Gobierno español anunció el aplazamiento a febrero de la reunión de alto nivel que ambos países iban a celebrar el próximo día 17 de diciembre en la capital marroquí, el primer encuentro bilateral en más de cinco años.

La cancelación de la reunión, bajo el argumento de la situación de ambos países por la pandemia de coronavirus, fue interpretada como el reflejo de un intento de presión a España ante su postura con este territorio, que tradicionalmente ha sido de neutralidad.

«La situación del Sahara Occidental se arrastra por el nefasto papel de España en un momento crítico que fue la muerte de (el dictador Francisco) Franco», aseguró a EFE Haizam Amirah Fernández, investigador principal de Mediterráneo y Mundo Árabe en el Real Instituto Elcano.

Y el reconocimiento por parte de Trump de la soberanía marroquí sobre ese territorio es «unilateral, al margen del sistema de Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad, que es el que tiene la potestad en el reconocimiento de un territorio, y más de uno en disputa que considera un territorio no autónomo, de hecho es el mayor territorio no autónomo que queda en el mundo», afirmó.

Esa medida unilateral, lo que genera es «un precedente importante» que podría afectar también a España, señaló el investigador del Real Instituto Elcano, quien recordó que otros casos parecidos, como cuando Trump reconoció al año pasado la soberanía israelí sobre los Altos del Golán.

«La implicación de este tipo de decisiones unilaterales al margen de la legalidad internacional para el sistema, para otros países que tengan pretensiones territoriales, es un precedente muy grave», dijo Amirah Fernández.

En el caso de España, apuntó que podría afectar a las pretensiones territoriales de Marruecos sobre las ciudades autónomas españolas de Ceuta y Melilla -ambas en el norte de África-. «Si hablamos de hechos consumados, es algo a tener en cuenta», remarcó.

TENSIONES INTERNAS

A nivel interno, según el investigador, para España supone también «tensiones». Primero por la opinión pública, ante la que España reconoce la importancia de tener buenas relaciones con Marruecos.

Esa afirmación la avalan las encuestas del Instituto Elcano, que indican que una mayoría española entiende la importancia de tener buenas relaciones con Marruecos, a pesar de la imagen que pueda tener el país norteafricano.

«Hay muchos temas en común en esas relaciones, de cooperación, económicos etc … España es el principal socio económico de Marruecos desde hace unos años, un estatus que le ha ganado a Francia», explicó.

Pero, por otro lado, en España sigue habiendo grandes simpatías hacia la causa saharaui representada por el Frente Polisario, matizó.

El especialista subrayó también que «será necesario saber qué hacen al respecto los países de la Unión Europea (UE)».

En un mensaje en Twitter, el Alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, el español Josep Borrell, dio ayer la bienvenida a «los pasos importantes en las relaciones entre Israel y Marruecos. Esto promoverá aún más la normalización de las relaciones entre Israel y los países árabes, contribuyendo a los esfuerzos de paz en Oriente Medio».

Pero también matizó el apoyo europeo a los esfuerzos de Naciones Unidas de acuerdo con las resoluciones del Consejo de Seguridad.

El Sahara Occidental figura desde 1965 en la lista de territorios no autónomos y, como consecuencia de la guerra que libraron Marruecos y el Frente Polisario entre 1975 y 1991, es un asunto fijo en la agenda del Consejo de Seguridad.

El Consejo de Seguridad acordó ese último año crear la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso) como parte de un arreglo que preveía un período de transición para preparar la celebración de una consulta en la que el pueblo del Sáhara Occidental eligiera entre la independencia y la integración en Marruecos.

«Francia ha sido históricamente el principal aliado de Marruecos y defensor de las posiciones marroquíes referentes al Sáhara. Seguramente (el presidente francés, Emmanuel Macron, desearía seguir los pasos de Trump, pero claro, la cuestión de la legalidad internacional no se entiende de la misma forma en el Elíseo que en la Casa Blanca», señaló Amirah Fernández.

Además, «dentro de la UE habría posiciones enfrentadas en buena medida en base a la idea de no sentar precedentes que podrían llevar al uso de la fuerza por parte de algunos países para obtener territorios disputados, y luego ser reconocidos por potencias internacionales», dijo.

Desde Ramala, donde realizaba una visita, la ministra de Asuntos Exteriores de España, Arancha González Laya, llamó el jueves a respetar las resoluciones de las Naciones Unidas sobre la cuestión del Sahara Occidental.

«Queda por resolver la paz entre israelíes y palestinos y queda por resolver la cuestión del Sahara Occidental, y en ambos casos la posición de España es muy clara: respeto a las resoluciones de Naciones Unidas para buscar una vía de resolución también a esas dos cuestiones», aseveró.

INMIGRACIÓN Y CUMBRE ESPAÑA-MARRUECOS

El investigador del Real Instituto Elcano aseguró que «claramente ahora no es el momento oportuno» para la reunión que iban a mantener España y Marruecos y que fue postergada a febrero.

«Para mantener esta reunión y tratar los temas que hay en la agenda bilateral, que muchos están entrelazados y algunos son complejos, y la inmigración es uno de ellos. No el momento oportuno, porque ha habido una sacudida del tablero», señaló.

El experto recordó que en el norte de África y en el Mediterráneo occidental «hay algunos equilibrios bastante sensibles a los cambios».

«Me refiero por ejemplo a la relación entre Marruecos y Argelia, que ha apoyado históricamente al Frente Polisario y no quiere ver unos hechos consumados, que le otorguen a su rival regional todo lo que quería: el territorio, la soberanía sobre el Sáhara. Argelia no es algo que vaya a aceptar sin más. Y eso puede generar inestabilidad en el Magreb y en el Mediterráneo occidental», indicó.

A la cancelación de la reunión de alto nivel entre España y Marruecos también se suma la situación interna española, con un Gobierno de coalición por primera vez donde no hay siempre la misma sintonía respecto a la relación con Marruecos y a la política española sobre el Sáhara Occidental, una situación que también subrayó el especialista, en alusión a la presión que ejerce el partido republicano Podemos en el seno del gabinete para que Madrid fuerce a Rabat a celebrar el referendum propuesto por Naciones Unidas.