POR LA ESPIRAL

El dossier más reciente -octubre de 2020- elaborado por el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos,  pone al Covid-19 dentro de las amenazas reales con enorme “capacidad para desestabilizar” la seguridad interna de la Unión Americana.

El documento titulado ”Homeland Threat Assessment”  (Evaluación de la amenaza nacional) advierte que China, Rusia e Irán a lo largo de la pandemia han venido realizando una serie de ciberataques contra objetivos relacionados con la investigación de las vacunas, organismos públicos y entes privados.

El Departamento de Seguridad acusa a estos tres países de perpetrar una campaña desinformativa a nivel global con motivo del Covid-19 con la intención de confundir, atemorizar y desinformar a la gente.

 Así como minar la confianza de las personas hacia sus respectivos gobiernos, en el caso de Estados Unidos contra Washington con el motivo de debilitar a América desde adentro”, señala el texto.

Las campañas de desinformación han sido más agresivas desde Rusia convirtiéndose en un poderoso actor global en los ciberataques; mientras China,  “inunda la red con trolls y noticias que culpabilizan a Estados Unidos” de ser el responsable del coronavirus.

Irán, indica el dossier, multiplica su participación en la desinformación mundial con páginas falsas, vídeos llenos de bulos y mensajes distorsionados acerca de la infección.

De China, y su papel económico en la pandemia, la dependencia estadounidense apunta que, al romperse las cadenas de suministro económicas, el gigante asiático ha tratado de salir beneficiado proveyendo  “muchas veces con material de dudosa calidad” y que no cumple con  las normativas vigentes.

China ha visto esa oportunidad de ganar más influencia económica vía la pandemia para desplazar a más competidores; la FDA prohibió la comercialización de un millón de pruebas rápidas de Covid-19 por no cumplir con la normativa así como ordenó retirar 750 mil mascarillas chinas introducidas en la Unión Norteamericana”, según el informe entregado a la Casa Blanca.

A COLACIÓN

En cifras preliminares, de cara al cierre de 2020, los contagios a nivel mundial superan los 70 millones de personas y el número de fallecidos enfila rápidamente hacia los dos millones de defunciones por Covid-19; son números  aproximados porque se ignora si había gente muriendo por coronavirus y estaba siendo diagnosticada con neumonías atípicas o bien por otras complicaciones desde antes que China diese a conocer el nuevo patógeno.

Como desconocido es su origen, a la fecha, sin determinar si es totalmente  zoonótico como defienden las autoridades sanitarias desde Beijing  avaladas además por la propia Organización Mundial de la Salud (OMS).

En su parte a la prensa de principio de año, la OMS aseveró que: “Hay pruebas bastante concluyentes de que el brote se originó por exposiciones en un mercado de pescados y mariscos de la ciudad de Wuhan. Este mercado se cerró el 1 de enero de 2020 y, por el momento, no se ha registrado ningún caso de infección entre el personal sanitario y no hay pruebas claras de que el virus se contagie entre personas”.

Para el  2 de enero, la  secuencia genética al  completo fue  bautizada como SARS-CoV-2, una evidencia científica compartida con la OMS y desde entonces con el resto del mundo.

El  día 30 de enero, el organismo de la salud con sede en Ginebra, declaró la emergencia internacional y el 11 de marzo emitió la alerta de pandemia cuando el virus ya se había diseminado por varios países. Con el tiempo se ha logrado determinar que la capacidad infecciosa del coronavirus es elevada y que si se transmite de persona a persona e inclusive tiene propagación aérea.

La pandemia ha surgido espontáneamente en un momento de rispidez en las relaciones internacionales, la aldea global venía con una trayectoria en los últimos años con un auge de crecientes roces geopolíticos, geoeconómicos y una abierta disputa tecnológica entre las potencias dominantes por controlar los nuevos metamercados como el 5G y el Internet de las Cosas.

  • Si en los últimos veinticuatro meses, los expertos consideraban que una guerra comercial cargada de trabas y bombas arancelarias entre Estados Unidos y China era lo peor que podía acontecerle a la dinámica de la economía mundial, el coronavirus evidenció que la imprevisibilidad sigue superando todas las expectativas de los seres humanos.