El papa Francisco ofició hoy la misa del Gallo más solitaria, ante pocos fieles y adelantada para respetar el toque de queda debido a la pandemia, y llamó a servir a los demás huyendo de la conducta de los «analfabetos de bondad».
Tú que me salvas, enséñame a servir. Tú que no me dejas solo, ayúdame a consolar a tus hermanos, porque desde esta noche todos son mis hermanos» fueron las palabras con las que el pontífice concluyó su homilía de Nochebuena, en una basílica de San Pedro enrarecida.
Y es que el templo vaticano poco o nada se pareció al del pasado en una fecha festiva tan señalada como esta, en la que se conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret, una de las misas más importantes del año litúrgico, si no la que más.
- En esta ocasión el papa estuvo acompañado por sus concelebrantes y por unos ciento cincuenta fieles, religiosos, religiosas y residentes del Estado pontificio, todos separados y con mascarillas.