El que fuera exsecretario de Estado de Estados Unidos entre durante los últimos años de la Guerra Fría (1982-1989), George Shultz, falleció el pasado sábado a los 100 años de edad.

La Universidad de Stanford, en California, que informa este domingo de su defunción, lo describe como «uno de los políticos más importantes de todos los tiempos» en el país, y destaca que en sus años de actividad política trabajó para tres presidentes, entre ellos Ronald Reagan, con quien formó equipo para avanzar hacia el final de la Guerra Fría.

En un artículo de opinión publicado el pasado diciembre con motivo de su cien cumpleaños, el diario The Wall Street Journal aseguraba que ayudó a fraguar la amistad entre Reagan y el entonces presidente de la Unión Soviética, Mikhail Gorbachov.

«Su experiencia en diplomacia permitió un final pacífico a la Guerra Fría», escribió entonces el exsubsecretario de Defensa de EE.UU., Paul Wolfowitz.

Para Wolfowitz, Shultz no sólo logró algo que cuando Reagan llegó al poder en 1981 parecía un «sueño imposible», sino que también consiguió «restaurar el equilibrio de las relaciones entre Estados Unidos y China».

Shultz nació en Nueva York el 13 de diciembre de 1920. Cursó estudios de Bachiller en Arte y se doctoró en Filosofía en la Universidad de Princeton, donde obtuvo el titulo de «bachelor» en Economía el año 1942.

Durante la Segunda Guerra Mundial sirvió en la Infantería de Marina y posteriormente ejercería una carrera como profesor universitario en varios centros, hasta que en 1969 fue designado Secretario de Trabajo por el presidente Richard Nixon (1969-1974), en cuyo Gobierno ocupó distintas posiciones.

Aunque ya antes había flirteado con la política, cuando en 1955 trabajó en el Consejo de Asesores Económicos del presidente Dwight D. Eisenhower (1953-1961).

De nuevo volvería a la alta política durante el mandato de Ronald Reagan (1981-1989), quien le nombró secretario de Estado.

En sus años al mando de la política exterior de Estados Unidos tuvo que lidiar con cuestiones espinosas como la Guerra de las Malvinas, la guerra en el Líbano y las siempre delicadas relaciones de Estados Unidos con Europa.

Como secretario de Estado negoció la reducción de armamento con la Unión Soviética y también vivió la crisis con Panamá que acabó en la invasión del país por parte del Ejército estadounidense en diciembre de 1989, cuando el mandato de Reagan llegaba a su fin.

La Administración de Reagan fue conocida por su polémico intervencionismo en Latinoamérica, alabado por unos y denostado por otros. En Nicaragua, por ejemplo, se destacó el apoyo a través de los servicios de inteligencia de los «contras» que se oponían al gobierno de los sandinistas, mientras que en el Salvador, Estados Unidos se inclinó por el Gobierno en la sangrienta guerra contra el grupo guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.