El volcán Etna, situado en la isla de Sicilia (sur), ha experimentado en las últimas horas la sexta erupción en ocho días, con una fuente de lava que alcanzó los 500 metros de altura y que emergió del cráter sureste, si bien la actividad eruptiva parece estar llegando a su fin.
Así lo ha explicado hoy el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología-Observatorio Etna de Catania en un comunicado en el que ha subrayado que a las 11.25 horas (10.25 GMT) de este jueves la actividad en el cráter sureste ha terminado.
«Las coladas de lava no siguen creciendo, los frentes de la colada más larga, la del Valle del Bove, se están enfriando», ha indicado, al tiempo que ha añadido que «persiste la actividad explosiva en los cráteres restantes, donde ocurren fenómenos eruptivos esporádicos acompañados de la emisión de cenizas, que se dispersan rápidamente a la atmósfera».
Las autoridades italianas tuvieron que cerrar el pasado 16 de febrero el aeropuerto de Catania por los problemas de visibilidad derivados de la nueva y violenta erupción del Etna, que se encuentra a pocos kilómetros de distancia.
Duró varias horas y al día siguiente Catania y los municipios de los alrededores amanecieron cubiertos de ceniza y de fragmentos de lava.
A esa fuerte erupción le han seguido otras más leves en los últimos días y el miércoles la ciudad de Palermo, también en Sicilia, pero a unos 200 kilómetros del Etna, amaneció con un ligero manto negro de ceniza en el aire, que se fue depositando en los tejados de las casas, según los medios italianos.