Sin el oxígeno financiero del Banco Mundial y del FMI, la región estaría todavía en peores condiciones; de acuerdo con el Banco Mundial, a nivel global en el primer año de la pandemia, al espectro de la pobreza habrían caído entre 119 y 124 millones de personas de forma global.

La Asociación Internacional de Fomento (AIF) acepta que ha redoblado esfuerzos financiando a 74 países, con 82 mil millones de dólares; sobre todo son economías africanas, latinoamericanas y del Caribe.

Sin las ayudas a América Latina y el Caribe, en la región se habrían incrementado entre 20 a 30 millones el número de nuevos pobres y por el momento se ha logrado contener.

Para España, la preocupación hacia sus socios latinoamericanos pasa porque puedan controlar ese cinturón de miseria y que no ensanche más so pena de convertirse en un factor político desestabilizador.

Entre los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) varios están dirigidos hacia una serie de valores seguros: erradicar el hambre, lograr la seguridad alimentaria; garantizar una vida sana, lograr la igualdad de género; tener una educación de calidad y asegurar el acceso al agua y la energía necesarias así como promover el crecimiento sostenido.

Son 17 puntos marcados dentro de los ODS, que por supuesto incluyen: la acción por el clima, el trabajo decente, la salud y el bienestar; el respeto a la vida de los ecosistemas también la paz y justicia; y las ciudades y comunidades sostenibles.

España quiere que sus socios latinoamericanos, en esa reconstrucción del tejido socioeconómico necesario para dejar la crisis económica desatada por la pandemia, suceda de forma armónica con los compromisos medioambientales, sostenibles, verdes y sustentables; la región es un área de influencia económica para la nación ibérica que no quiere perder.

A COLACIÓN

María Peña, consejera delegada del ICEX, señala que la crisis sistémica provocada por la pandemia ha tenido resultados visibles en la Inversión Extranjera Directa (IED) emitida desde América Latina.

Desde la visión de la directiva era de esperar que la inversión se haya reducido, sin embargo, no se detuvo a pesar “del más duro embate económico” en generaciones.

La IED desde América Latina (no es la que ha recibido sino la que ha salido a otras partes) acumula 750 mil millones de dólares, 70 por ciento más respecto de 2011.

Hay razones para pensar que el tejido económico e inversor de la región está bien posicionado para izarle velas a este viento a pesar del impacto que la pandemia ha tenido en las pequeñas y medianas empresas. Las razones son especialmente, dos: los principios que mueven a este tejido y los sectores en los que está invirtiendo”, en la opinión de Peña.

En cuanto a los sectores en los que se invierte, más de la mitad de las transacciones de capital de los inversionistas latinoamericanos, han estado ligadas a los sectores de Internet, comunicaciones y tecnología.

Del volumen de transacciones, de acuerdo con Peña, en los últimos seis años el capital de riesgo ha orientado 9 mil 400 millones de dólares a inversiones internacionales que son “casi cinco veces más” todo lo invertido en los tres quinquenios pasados.

Curioso pero real: diversos análisis del ICEX dan cuenta de cómo América Latina ha saltado a ser uno de los principales inversionistas en España, un dato importante que hace la diferencia con otras crisis pasadas.

Los cuatro mayores inversores en el país ibérico son: Francia, Reino Unido, Estados Unidos y toda la región de América Latina; en este primer año de la pandemia, la IED latina subió 45% con 5 mil 807.5 millones de dólares.